Un museo que no sale a flote
La falta de un centro de conservación, comprometido por el bipartito y ahora en el aire, impide extraer tesoros arqueológicos del fondo del mar
Naufragios y batallas han sembrado los 1.498 kilómetros de costa de Galicia de retazos de historia. Bajo las aguas más ricas del planeta se esconden 400 puntos de interés arqueológico subacuático. La mayoría de ellos, pecios. Dos zonas monopolizan ahora la atención de los especialistas: la Costa da Morte y la ría de Vigo. En el norte, Miguel San Claudio sondea los fondos de la ría de Corcubión y el entorno de Fisterra, donde junto a los cascos procedentes de innumerables naufragios resisten los restos de la flota de Martín Padilla, hundida en siglo XVI y considerada uno de los tesoros submarinos más importantes del litoral español. Más al sur, en la ensenada de San Simón, el arqueólogo Javier Luaces conoce bien la huella que dejó la batalla de Rande (1702), donde se ha descubierto un yacimiento de hasta 30 pecios, 20 ya están localizados.
"Hay muchos objetos susceptibles de ser recuperados, incluso de la época romana, pero de poco vale levantarlos si luego no puedes conservarlos", apunta Luaces. Y dice más: "Hay un problema grave" con las piezas ya extraídas y ni siquiera se ha promovido un departamento especializado a nivel institucional. Los expertos claman por la creación de un centro de arqueología subacuático que disponga de los medios necesarios para que las piezas que el mar ha conservado durante siglos no se echen a perder en tierra. Ante el cambio de poder en la Xunta de Galicia se mantienen expectantes, ya que esa instalación fue una promesa realizada un par de años atrás por la anterior Administración.
Otro aspecto que también está en el aire es la investigación sobre la batalla de Rande, al tratarse de un convenio en el que participa además la Universidade de Vigo, de la mano de Soledad García, y que se renueva cada año. De momento, el trabajo está en fase de identificación ya que en Galicia "no hay ningún museo que tenga infraestructura para acoger laboratorios de arqueología subacuática". En todo caso, lo poco que se extrae se deja en manos de empresas privadas o se remite a los centros de Cartagena, Murcia o Andalucía. De forma provisional, sostiene Luaces, se utiliza el Museo del Mar de Vigo "para guardar los restos" pero, insiste, "tiene que haber un centro que almacene todo ese material".
"Lo más impresionante" para los expertos, en el caso de Rande, es "el buen estado de las maderas". Algo para lo que aún no han encontrado explicación. "Los restauradores se quedan con la boca abierta" ya que, en teoría, la madera si no está enterrada se destruye. No obstante, estos cascos están sobre los fondos marinos desde hace 200 o 300 años y se conservan "perfectamente". Luaces, que acaba de ofrecer una ponencia en el Museo Massó de Bueu, lo atribuye a "las condiciones ambientales" del interior de las rías, haciendo de Rande un yacimiento insólito donde se aprecian hasta las cuadernas de los galeones dieciochescos.
Mientras tanto, a más de uno se le cae el alma a los pies al ver los cañones que en lo alto de O Castro (Vigo) "se están pudriendo". Piezas extraídas en los años 60 y que duermen a la intemperie junto a unas anclas "también mal conservadas". Otros hallazgos procedentes de la batalla de Rande están dispersos por parques de la ciudad sin los cuidados oportunos. "Hay que tomar conciencia de que el patrimonio subacuático es más complicado que el terrestre", asegura, porque "cuando sacas algo del mar el proceso de alteración es muy rápido". Uno de los materiales que más sufre es la madera. Y es precisamente el magnífico estado de los galeones, de unos 40 metros, lo más apreciado por los arqueólogos. A diferencia de los buscadores de tesoros, "a los que mueve la codicia", ellos buscan "el conocimiento". "Somos un poco guardianes de esa información que nos proporciona el patrimonio", apunta Javier Luaces para definir un oficio que combina aventura, resistencia física e historia.
Los arqueólogos subacuáticos, que en Galicia no superan la media docena, cambian la piqueta y la paletilla por mangas de succión que utilizan a no más de 40 metros de profundidad. "Todo lo que pase de 30 ya es muy incómodo". La experiencia del buceo proporciona un conocimiento extra sobre los fondos y, en la ría de Vigo, "hay cantidad de basura" también porque es una zona portuaria de primer orden. Eso implicó, en su momento, que se sellaran, al menos, "uno o dos pecios". Hace poco, con motivo de los dragados para la dársena de Bouzas, se recuperaron restos romanos. Si la nueva Xunta no pone remedio, los fondos marinos seguirán siendo, por ahora, el mejor museo para ellos.
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