Una actriz en el límite

El director Martin Provost y la actriz Yolande Moreau son vecinos. Los dos viven en el campo y se ven a menudo. Cuando Provost le propuso el papel protagonista de su película Séraphine, que ahora se estrena en España, Moreau lo aceptó inmediatamente. De hecho se lo tomó como un regalo. "Es completo, difícil, rico", describe la actriz el papel de la pintora de principios del siglo XX, Séraphine Louis, que le ha valido el César a la mejor actriz.

Moreau confiesa su debilidad por los personajes al límite, marginales, a los que les falta "una pieza para encajar entre la gente normal". La historia real de cómo el coleccionista Wilhelm Uhde descubre el talento de una sirvienta de pueblo, sencilla, devota y con una enorme sensibilidad artística que acaba por consumirla y llevarla a la locura, la atrajo desde el principio.

No hay apenas información de la vida de la pintora. El mérito de la creación del personaje se reparte entre Provost y Moreau. "Los dos teníamos una relación con Séraphine como si estuviera allí. Martin tenía sueños turbadores con ella y yo le hablaba como hago con las personas cercanas a mí que han fallecido". Moreau define todo el proceso interpretativo como una "labor de bricolaje" entre el director, el actor Ulrich Tukur (que interpreta a Uhde) y ella misma. Sus herramientas para acercarse al personaje fueron "la imaginación, unas clases de pintura y unos zapatos de época con la suela de hierro que me hacían moverme pesadamente".

Moreau relata su despedida de Séraphine. Al final del rodaje fue a ver una exposición de sus cuadros al Museo Maillol de París. "Cuando llegué a la última sala estaba vacía, estaban cerrando el museo". La actriz recuerda con ternura que al marcharse dejó allí a la pintora: "Le dije adiós, Séraphine, ya hemos terminado".