Despropósitos ante la gripe
El virus del proteccionismo económico siempre acecha. Y una crisis económica global es escenario propenso a su propagación: se aprovecha la circunstancia más exótica para obstaculizar importaciones. Los Gobiernos que caen en esa tentación pretenden ignorar que ésta acaba agravando la situación de partida: la disminución del comercio mundial perjudica a todos, como enseña la historia.
Pues bien, eso es lo que está sucediendo a propósito de la nueva gripe. La OMS activó una vigilancia temprana, mantiene una supervisión detallista de su evolución y ha puesto en marcha una alerta proporcionada a la escasa gravedad letal de la enfermedad, pero también a su rápida propagación y a la posibilidad de que mute hacia una variante más grave. Apenas algún exceso verbal (de "peligro para la humanidad", la calificó) acompañó esta estrategia al tiempo firme y prudente.
Las respuestas de los Gobiernos no debieran salirse de las recomendaciones de la OMS. Pero, sobre todo en países autoritarios o de democracia precaria o débil, la alerta se ha trocado en infundado alarmismo, de corte populista.
Así, Rusia ha cerrado el paso a la carne porcina española (e incluso al pollo y la ternera norteamericana), contra la evidencia de que los casos de gripe en España no provienen del contagio directo por la ingestión de porcino, sino indirecto entre personas, todas ellas procedentes de México. Y al precipitado cierre de fronteras aéreas con ese país protagonizado por varios de sus vecinos se ha sumado la escandalosa cuarentena dictada en China a ciudadanos mexicanos sin más motivo que su nacionalidad.
Despropósitos parecidos -así como las dudas y vacilaciones del Gobierno en México, desde su recomendación de confinamiento hogareño a la precipitada aleluya por el principio del fin de la enfermedad- generan víctimas adicionales. La economía mexicana, por ejemplo.
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