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Chrysler entra en suspensión de pagos de la mano de Fiat

El Tesoro de EE UU inyectará 6.000 millones para reflotar la empresa

Detroit entró ayer en una nueva era. Chrysler, uno de los tres pilares del sector de la automoción en EE UU, tomó el camino de la suspensión de pagos y será un juez el que guíe su reestructuración. Las negociaciones con los acreedores para reducir su abultada deuda fracasaron. La alianza con Fiat y el recorte de costes pactado con los empleados evitarán su liquidación. El Tesoro inyectará 8.000 millones de dólares (unos 6.000 millones de euros) para acompañar el proceso.

"No es señal de debilidad, sino un paso más para la resurrección de Chrysler", dijo el presidente Barack Obama, que explicó que este movimiento servirá para lidiar con los últimos escollos que impiden sanear la compañía para que emerja "más fuerte y competitiva". Y a renglón seguido dejó claro que no podía permitir que un "grupo de especuladores que no ha querido sacrificarse como el resto" acabara enterrando a este icono industrial.

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Los dedos apuntaban a Oppenheimer Funds, Perella Weinberg, Stairway Capital y otra decena de hegde funds como culpables de un desenlace que marca la historia de la industria del automóvil. Su rechazo a los términos acordados con los principales acreedores de Chrysler hizo colapsar las negociaciones. Washington endulzó su oferta con un pago de 2.250 millones en efectivo. Pero querían una participación sustancial para el perdón de la deuda.

Unas 45 firmas financieras controlan la deuda de Chrysler, que se eleva a 6.900 millones. El 30% está en manos de los fondos especulativos. Obama, que la pasada madrugada habló de que veía en Chrysler una compañía que podía ser viable, dejó claro que el bloqueo de estos fondos no impedirá que se reestructure ni echará por tierra la oportunidad que tiene ante sí ahora que los empleados y el 70% de los acreedores están en el mismo barco. Ahora será un juez el que apuntale las condiciones para que Chrysler sobreviva. La idea es que el proceso sea milimétrico y dure pocas semanas, entre 30 y 60 días, para que no sea destructivo para el grupo y amenace a sus 40.000 empleados. Y deberá determinar la compensación a los acreedores. Los fondos darán la batalla, porque creen que pueden conseguir más dinero que el ofrecido por el Tesoro, con el que no pudieron negociar directamente.

La suspensión de pagos no fue un obstáculo para que la alianza transatlántica con Fiat cuajara. Esta unión le permitirá hacerse con el 20% de los activos de Chrysler a cambio de tecnología para hacer coches más pequeños y eficientes. La participación de Turín puede elevarse al 35%. Los empleados controlarán el 55% a través del fondo de pensiones.

La nueva Chrysler estará dirigida por un equipo de gestión renovado. Robert Nardelli anunció en este sentido que dejará las funciones de consejero delegado, puesto que podrían recaer sobre Sergio Marchionne, el máximo responsable de Fiat. Y para evitar que la suspensión de pagos desanime a comprar coches de la marca, Washington se compromete a cubrir las garantías de los vehículos. "Es un desenlace agridulce", dijo Nardelli.

Chrysler necesita un socio mayor para sobrevivir en un mercado adverso. El Tesoro inyectará 8.000 millones de dólares para acompañar el proceso de reestructuración, cantidad que se sumará a los 4.000 millones movilizados desde diciembre y a las ayudas que lleguen desde Canadá. Lo que está por ver es si los italianos serán capaces de conseguir de la estadounidense lo que no hicieron los alemanes de Daimler, que acaban de ceder toda su participación. Fundada en 1925, Chrysler es la más pequeña de los tres gigantes de Detroit y es un banco de pruebas para General Motors.

Concesionario de Chrysler en Maryland, EE UU.
Concesionario de Chrysler en Maryland, EE UU.REUTERS

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