Raúl Castro dice que Cuba no tiene que hacer ningún gesto hacia EE UU
La Habana insiste en que las medidas de Obama son positivas pero mínimas
El "nuevo comienzo" ofrecido a Cuba por Barack Obama tendrá que cocinarse con calma. Los contactos informales entre ambos Gobiernos han empezado, pero después de medio siglo de enfrentamiento son muchas las inercias que han de superar La Habana y Washington. Ayer, Raúl Castro reiteró que no va a responder a la política de gesto por gesto que reclama la Administración norteamericana, aunque dijo estar dispuesto a iniciar un diálogo que incluya todos los temas.
"Cuba no ha impuesto sanción alguna contra Estados Unidos, ni contra sus ciudadanos. No es Cuba la que impide a los empresarios de ese país hacer negocios con el nuestro (...) y por lo tanto no es Cuba la que tiene que hacer gestos", dijo el presidente cubano al inaugurar una reunión ministerial del Movimiento de los Países No Alineados en La Habana.
Los disidentes creen que el acercamiento de Washington favorecerá el cambio
Castro calificó el levantamiento de las restricciones a los viajes y remesas de los cubano-americanos de medida "positiva" pero "mínima", y volvió a decir que Cuba está lista a "discutirlo todo" con EE UU, pero sin "negociar" la soberanía ni "el sistema político y social".
Sus declaraciones se producen 48 horas después de la reunión sostenida en Washington por el responsable para América Latina del Departamento de Estado, Thomas Shannon, y el jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, Jorge Bolaños. Dicho encuentro fue recibido como un "primer paso importante" por analistas como Rafael Hernández, director de la revista Temas, uno de los pocos espacios de debate que existe en Cuba. "Lo primero que hay que hacer es sentarse a hablar e identificar los puntos en que ambos países pueden ponerse de acuerdo", indica. "Los dos países van a mantener el discurso ideológico, pero al tiempo puede funcionar de modo discreto una diplomacia negociadora".
Académicos y políticos norteamericanos consultados por EL PAÍS indican que tras la liberalización de los viajes y las remesas, Obama debería seguir con otras medidas unilaterales. Carl Meacham, asesor jefe para Latinoamérica del senador republicano Richard Lugar en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, considera que no hay que esperar gestos de La Habana para introducir nuevas iniciativas. "EE UU debería seguir su propia política, no actuar en respuesta a Cuba". Meacham opina que EE UU "no debe cometer los mismos errores que en el pasado" y recuerda que cada vez que el deshielo estuvo cerca, algo "ocurrió" en Cuba que destruyó en EE UU "la voluntad política de actuar en la dirección de normalizar la relación".
Anya Landau French, investigadora del Instituto Lexington, cree que "reiniciar las conversaciones sobre temas migratorios podría ser constructivo, igual que profundizar la cooperación contra el narcotráfico". La Administración podría también incrementar los intercambios científicos y académicos y legalizar los viajes de los estadounidenses a Cuba.
El disidente cubano Óscar Espinosa Chepe señala que en ambos países existen fuerzas inmovilistas, y destaca que "un acercamiento de EE UU reforzaría el cambio en la isla". Según Espinosa Chepe, "liberar el trabajo por cuenta propia, favorecer una verdadera reforma agraria, estimular las pequeñas y medianas empresas o liberar a los presos" serían algunas de las cosas que podría hacer Cuba para "alentar las fuerzas del cambio en EE UU".
En un reciente artículo, el escritor Leonardo Padura afirmaba: "Cuba debe cambiar, y no por lanzar un gesto sobre el estrecho de La Florida, sino por sus propias deficiencias y necesidades. Y quizás ahora EE UU, desde una perspectiva más realista, llegue a entender que la eliminación o degradación del embargo puede ser lo que más ayude a propiciar esos y otros cambios en su vecino del Caribe".
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