Se devuelve hijo
En el último lustro, David Planell se ha forjado un nombre en el cine español gracias a una estupenda colección de cortos (Carisma, Ponys, Banal, Subir y bajar) basados en el arte de la conversación, la originalidad de planteamiento y la réplica talentosa, y a su labor como coguionista de la notable Siete mesas de billar francés, de Gracia Querejeta. Se le esperaba en el mundo de la dirección de largometrajes y su irrupción acaba de ser avalada por el Festival de Málaga con los premios a la mejor película y al mejor guión. La vergüenza, pieza de cámara que aprovecha a la perfección sus estrecheces presupuestarias, contiene una idea inicial imponente. Lástima que su desarrollo deambule entre la altisonancia, la aguda crítica neoburguesa, la amabilidad condescendiente y el brote de humor negro. Lástima que los electrizantes chispazos de genio no estén ensamblados en una estructura dramática más férrea.
LA VERGÜENZA
Dirección: David Planell.
Intérpretes: Alberto San Juan, Natalia Mateo, Norma Martínez, Marta Aledo. Género: drama. España, 2009.
Duración: 107 minutos.
El punto de partida de la película es jugoso, original, casi demoníaco
El punto de partida es jugoso, original, casi demoniaco: una joven pareja de perfecta casa burguesa y presuntos ideales de izquierda, está a un paso de decidir la devolución del hijo que han tenido durante un tiempo en régimen de acogida a los organismos sociales competentes. Parecen incapaces de seguir en el infierno hogareño en el que se ha convertido su vida, sin embargo, lo que aún les hace dudar sobre la decisión no es que realmente quieran o se vean capacitados; lo que les hace dudar es la vergüenza que pasarán al decidir su devolución, el escarnio público de haber fracasado. Con tal planteamiento, Planell hubiese hecho bien en centrarse únicamente en la pareja protagonista, en las discusiones mutuas y en sus jocosas relaciones con los servicios sociales. Incluso haber mantenido al crío fuera de campo durante toda la película. Sin embargo, quizá le puedan las intenciones redentoras, y comete el error de querer tratar también el otro lado, el de la madre biológica, a través de una trama a la que, digamos, le falta carretera para poder desarrollarse bien, y le sobran complacencia y corrección política.
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