El alma dolorida
El segundo de la tarde era grande, alto y largo, y muy escaso de fuerzas, como toda la corrida. Su encuentro con el picador fue un puro trámite. Estaba aculado en tablas cuando Bautista lo llamó, muleta en la mano derecha, desde los medios. Y el animal acudió al cite con alegría. Pasó veloz, y el torero giró las zapatillas para el segundo viaje. Entonces, el toro humilló la cabeza, clavó los pitones en el albero y comenzó a cámara lenta una vuelta de campana de una mole de 581 kilos de peso. Fue todo tan despacioso que pareció por un momento que el cuerpo entero quedaba vertical sobre el suelo. Pero, no. Tal como subió, se desplomó, y el costalazo sonó en estéreo: ¡boommmm..! Cuando el animal recobró la conciencia, todavía sobre el albero, tenía la mirada perdida y aspecto de beodo. Aún tuvo fuerzas para levantarse, y, cuando alzó lentamente la vista, se le había quedado al pobre una cara de tristeza infinita. Imaginen: debía dolerle hasta el alma.
Peñajara/Barrera, Bautista, Bolívar
Toros de Peñajara, bien presentados, inválidos y descastados; el sexto, noble.
Antonio Barrera: estocada tendida (silencio); estocada desprendida (silencio). Juan Bautista: media tendida (silencio); casi entera caída (silencio). Luis Bolívar: media tendida (silencio); estocada baja (oreja). Plaza de la Maestranza. 22 de abril. Séptima corrida de feria. Más de media entrada.
Así, con el alma dolorida acabó toda la corrida de Peñajara: sin fuerzas, sin casta, sin alegría, sin clase. Alguno, incluso, con peligro, como el primero, que, a la salida de un par de banderillas, enganchó a Paco Peña por la pechera, y aquellos segundos en los que el torero no podía zafarse de los pitones parecieron una eternidad.
Pero toda la tarde fue soporífera. Barrera no pudo dejar señal alguna de sus condiciones toreras, porque la ausencia de casta y recorrido de sus oponentes se lo impidió; y Juan Bautista se limitó a unas verónicas templadas y hondas a su primero.
El único que tuvo suerte fue Bolívar y la degustó a medias. Su primero se movió con cierta violencia y aguantó, mal que bien, un par de tandas que supieron a poco. Pero salió el sexto, largo como un tren y muy noble. Lo muleteó aceptablemente por ambos pitones en tandas cortas en las que el ritmo lo puso el toro. Faltó más fibra, más enfado, más toreo hondo. Y lo mató mal. Y le dieron una oreja, cuando el toro era de dos. Lo lamentará.
Canal Feria de Abril en el dial 114 de Digital Plus.
Babelia
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