Pobres pensiones privadas
El tipo sucumbió tanto a los cantos de sirena de su banco, que le ofrecía rentabilidad, seguridad y, además, un regalo, como al miedo que le habían metido en el cuerpo los augures del desastre, que le decían que cuando se hiciese mayor la Seguridad Social no podría pagarle la pensión de jubilación. Así que hizo un gran esfuerzo, ahorró, y a final de año ingresó en el banco la cantidad máxima permitida para su edad, y suscribió un plan privado de pensiones que, por otra parte, le desgravaba en el impuesto sobre la renta. Se quedó tranquilo porque había encauzado su vejez.
A medida que avanzaba el ejercicio actual y la crisis económica se complicaba, con problemas en su empresa (de empleo, salario, prejubilaciones), el tipo pensó que en 2009 iba a tener dificultades para volver a ingresar en diciembre la misma cantidad que el año pasado para su plan privado de pensiones. Pero todavía queda mucho para diciembre...
La semana pasada fue mala para las pensiones privadas, con noticias sobre la caída de la rentabilidad
El gobernador del Banco de España ponía además en cuestión el futuro de las pensiones públicas
La semana pasada fue una mala semana para él. Primero recibió del banco la información sobre la rentabilidad de su plan de pensiones en los últimos 12 meses: una caída de casi el 11%. No sólo no estaba ahorrando, sino que estaba desahorrando. Él nunca pensó que se podía perder, de eso no le había hablado nadie cuando lo suscribió. La segunda mala noticia le llegó leyendo los periódicos: habían vuelto los agoreros sobre las pensiones. Sólo que en esta ocasión no se trataba, como antes, de economistas ultraliberales con intereses ocultos en las entidades de gestión de fondos de pensiones, sino el propio gobernador del Banco de España el que ponía en cuestión el futuro de las pensiones públicas. En el Parlamento, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO) había dicho que el impacto de la crisis económica también se había cebado en las cuentas de la Seguridad Social (el organismo que paga las pensiones públicas), "de forma que se ha producido un rápido deterioro de ese superávit, que incluso podría desaparecer durante este año". MAFO decía que la crisis se había añadido a un problema estructural de la sociedad española, que era el que había llevado a nuestro hombre a depositar sus ahorros en ese plan de pensiones privado que se había devaluado: la brusca reducción de la tasa de natalidad y el progresivo aumento de la esperanza de vida, que condicionan la estructura de la pirámide poblacional española. De un lado, el incremento de la esperanza de vida provocará que los mayores de más de 65 años ganen progresivamente peso en la población, mientras que la base de la pirámide se estrecha como resultado de tasas de natalidad muy bajas. MAFO concluyó que la partida de gasto público en pensiones puede duplicarse, de modo que "el sistema podría entrar en déficit creciente a partir de 2025". El tipo palideció: eran precisamente esos años en los que él comenzaría a cobrar su pensión pública de jubilación, para lo cual cotizaba todos los meses y se lo descontaban de su sueldo.
Cabreado, escuchó que las únicas soluciones eran retrasar la edad de su jubilación, ampliar el número de años de cotización para el cálculo de su pensión, no actualizarla en relación al IPC, etcétera. En resumen, trabajar más años y cobrar menos dinero... si lo cobraba. Su única esperanza, además de que el banco privado gestionase mejor sus ahorros para la jubilación, era que el gobernador del Banco de España estuviese equivocado. A ello le ayudaba la zapatiesta que se montó al día siguiente de su intervención: sus compañeros del partido socialista, el ministro de Trabajo, los sindicatos, etcétera, criticaron con dureza el alarmismo de MAFO. También hace unas semanas dijo que había que reducir el coste del despido de los trabajadores... Está haciendo el juego al PP.
Pero ¿cómo es posible esto, pensó el tipo, si MAFO, que siempre ha trabajado con Gobiernos socialistas, ha dicho que sus palabras están basadas en un informe del Servicio de Estudios del Banco de España y durante más de tres décadas ha escuchado que ese servicio de estudios era el mejor de este país? Para colmo del desconcierto, el presidente de Gobierno, Rodríguez Zapatero, declaró que las opiniones sobre las pensiones del gobernador "suelen estar basadas en análisis muy superficiales". Entonces respiró tranquilo: el problema es del Banco de España, no de su pensión.
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