Rajoy se vuelca en pactar con los nacionalistas para acorralar al PSOE
El líder del PP confía en acordar con CiU y PNV su plan contra la crisis
La nueva situación política surgida de las elecciones gallegas y vascas ha dado un vuelco a la estrategia y el discurso del PP. Durante cinco largos años, los populares han sufrido la imagen de la soledad en el Congreso. Una imagen que, según los estrategas de Mariano Rajoy, hizo mucho daño a sus expectativas electorales. Parecía, recuerdan, que el PP sólo podría gobernar en 2008 si lograba una mayoría absoluta casi imposible. Pero el proceso de moderación de su discurso y acercamiento a los nacionalistas iniciado tras el tormentoso congreso del PP en Valencia ha abierto el camino, y la ruptura entre el PNV y el PSOE ha hecho el resto. Ayer se vio el primer resultado tangible.
Los populares logran que seis partidos fuercen a Corbacho a comparecer
El presidente del PP quiere recuperar el respaldo que tuvo Aznar en 1996
El PP ya no es un anatema para los nacionalistas, hasta el punto de que varios de ellos han estampado su firma en un documento promovido por los populares para exigir la convocatoria urgente del Pacto de Toledo -el que garantiza la estabilidad de las pensiones- en la que el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, explique si es cierto que la Seguridad Social puede incurrir en déficit y qué planes de futuro hay para las pensiones. Los populares han convencido al PNV, UPN, UPyD, Coalición Canaria e incluso un partido tan distante como Nafarroa Bai para que firmen su texto, una demostración del cambio radical que se ha producido en el Congreso. Además, tienen el compromiso de apoyo de CiU.
Rajoy explicaba el jueves en una conversación informal con periodistas que él confía en pactar su plan anticrisis de 12 puntos con PNV y CiU, los partidos que apoyaron la investidura de José María Aznar en 1996 y en los que él pone todas sus esperanzas para volver a la centralidad política mientras el PSOE vuelve a mirar a la izquierda: a ERC e IU-ICV.
El líder del PP no tiene especial confianza con Íñigo Urkullu -sí la tuvo con Josu Jon Imaz, el anterior líder del PNV- ni con Artur Mas, presidente de CiU, pero en el Congreso las estrategias de los tres grupos parecen coincidir y la relación es buena. Desde las elecciones vascas, el PNV apoya prácticamente todo lo que propone el PP -incluida una comisión de investigación sobre el ex ministro Mariano Fernández Bermejo-. Con CiU es más difícil, entre otras cosas porque Josep Antoni Duran siempre ha sido más partidario de pactar con el Gobierno que con la oposición. Sin embargo, los populares confían en los deseos de venganza de Artur Mas, que no pudo ser presidente de la Generalitat al configurarse el gobierno tripartito.
La ofensiva del PP para acorralar a los socialistas es total. El optimismo después del triunfo en Galicia es tal que Jaime Mayor, candidato a las europeas, que ayer tuvo en Sevilla su primer gran acto con Rajoy, pidió rebajar las expectativas: "Si nos emborrachamos de euforia, nos suicidamos políticamente", dijo a los suyos.
El cambio de ritmo en el PP se percibe por todas partes, a medida que aparecen encuestas y pruebas del deterioro de imagen y descontrol del Gobierno. Los dirigentes, preocupados internamente por el escándalo de corrupción en el que está implicado incluso su tesorero, Luis Bárcenas, están convencidos de que no les afecta electoralmente.
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