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Reportaje:

"Solo pedimos pañales y leche"

Una pareja de Alicante en paro denuncia las trabas para recibir ayuda social

"Es frustrante y humillante, vas a pedir ayuda urgente, porque no tienes trabajo, y te dan cita para dentro de cinco meses", resume Aníbal Valensise, un argentino de 32 años -con nacionalidad italiana gracias a su abuelo-, que viajó a Europa en 2003 para labrarse un futuro más esperanzador. Recaló en Alicante, trabajó en decenas de empleos y empresas: montaba escenarios, arreglaba carreteras, de vigilante o en un taller de automoción... Pronto se casó y ahora tiene un hijo, de nueve meses. Pero la pareja está en paro. Llevan meses llamando a todas las puertas pidiendo ayuda, y "todos los servicios están desbordados, es una red social con unos agujeros muy grandes, el sistema está fallando", admiten impotentes.

"Todos los servicios están desbordados, es una red con grandes agujeros"
En enero fueron al Ayuntamiento, que les ha dado cita para el 27 de mayo

Arabela, alicantina de 39 años, trabajaba desde los desde los 13 años, pero perdió su empleo tras un accidente laboral. Desde septiembre de 2007 no tiene nada, primero cobró el desempleo y ahora solo percibe una prestación de 421 euros mensuales. Aníbal, que en su país natal era funcionario, profesor de matemáticas, en diciembre de 2008 fue despedido porque el ICO (Instituto de Crédito Oficial) no concedió un préstamo al dueño de la pequeña empresa para la que trabajaba. Ha estado tres meses sin cobrar ni un euro, y por fin este mes ha cobrado 421 euros. "Menos mal que la hipoteca de este piso es pequeña (258 euros), si no lo perdemos todo", afirma esta pareja que reside en una vivienda de 56 metros en Ciudad de Asís, un barrio humilde del extraradio de Alicante. Con un hijo pequeño, que necesita pañales y comida, decidieron llamar a todas las puertas posibles. El periplo, que describió ayer Aníbal en la sección de Cartas al director de EL PAÍS, se convirtió en calvario.

Primero fueron a Cáritas, donde les remitieron a la parroquia de su barrio, allí el cura les dio "30 euros de su bolsillo", y en febrero les dieron una cita para ayer, 14 de abril. "No nos dan ni pañales, ni comida, algo de medicinas para el bebé, y nos recomiendan que paguemos el IBI, y si no llegamos a la luz y el agua que la dejemos sin pagar", explica que les recomendaron ayer.

En enero pasado fueron a la Generalitat; allí les derivaron a los servicios del Ayuntamiento de Alicante, que les han dado cita para el 27 de mayo, cinco meses después. En la Cruz Roja fueron los únicos que les dieron algo "dos tarros de leche, y nos recomendaron que por ser inmigrante pidiera ayuda a otras asociaciones". La asistenta social del centro de salud correspondiente a su barrio también les dijo que no disponía de ayudas para pañales o alimentos. Y a la asociación Provida, que concede ropa y leche, no pueden ir si no es con un informe de los técnicos del Ayuntamiento de Alicante. Pero el problema es que atienden solo a menores de un año. "Y mientras llegamos al Ayuntamiento, que será mayo, el niño ya casi habrá cumplido esa edad", advierten. También pidieron ayuda a varias organizaciones que prestan servicios a inmigrantes, y no consiguieron nada. "Está todo colapsado, no ves el final, te humillan y te patalean, si no llega a ser por algunos vecinos, familiares y amigos no sé qué haríamos", se lamentan estos padres que piden ayuda para su hijo.

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Por fortuna, Aníbal empezó el 1 de abril a trabajar, 15 horas semanales, en el reparto de productos de un taller de automoción por lo que cobra 350 euros, que se restan a la prestación de los 421 que le corresponden. "Al menos hago algo, pero cada semana conocemos a alguien que está igual o peor que nosotros", aseguran. Y es cierto, según fuentes de Cáritas en Alicante cada día llegan hasta sus oficinas unos 20 casos como el de Aníbal y Arabela. "Estamos desbordados, lo primero que piden es trabajo y luego dinero o comida, están desesperados", admite un portavoz de Cáritas quien matiza que la prioridad son "los niños y las personas mayores".

Aníbal y Arabela, ayer en su casa de Alicante, con su hijo Leonardo.
Aníbal y Arabela, ayer en su casa de Alicante, con su hijo Leonardo.JOAQUÍN DE HARO

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