Chaves y el 'checkpoint Charlie'

Manuel Chaves llegó a la presidencia de la Junta unos meses después de la caída del muro de Berlín, el símbolo del ocaso del comunismo, y abandonará este cargo tras la reunión del G-20, ese encuentro en Londres que pretende inaugurar un nuevo orden financiero mundial, tras el ocaso del sistema capitalista. Ni trato de insinuar un paralelismo entre ambos hechos ni tampoco una relación causa-efecto, pero la coincidencia tiene su gracia.

Los andaluces hemos vivido los dos cambios políticos y sociales más importantes del siglo XX y, posiblemente, del siglo XXI con el mismo presidente, lo que da idea del tiempo que lleva en el cargo: casi 19 años.

El día que Chaves ganó las primeras elecciones en Andalucía, un sábado 23 de junio de 1990, se evaporaba un emblema de la guerra fría. Ese mañana aparecía en los periódicos la demolición del checkpoint Charlie, el más famoso de los pasos fronterizos del muro de Berlín. Ese que abría la zona de control estadounidense con la soviética y que vimos reflejado en tantas películas, ya que era el lugar donde las grandes potencias se intercambiaban los espías pillados por los servicios secretos de ambos bloques.

Chaves llegó a Andalucía con 45 años. Era ministro de Trabajo y Alfonso Guerra lo colocó de sustituto de Rodríguez de la Borbolla, quien mostró tanta resistencia para abandonar el cargo como Chaves para no aceptarlo. Cuando Felipe González se lo comunicó se quedó tan helado como El espía que surgió del frío, esa novela de Le Carré donde aparece este famoso paso fronterizo. Desde entonces, Chaves ha encabezado en seis ocasiones el cartel del PSOE en Andalucía, donde ha ganado todas las contiendas disputadas. Su liderazgo político y social para el desarrollo de esta comunidad ha sido tan indiscutible durante dos décadas como la necesidad de su relevo en los últimos años, una situación que ya empezaba a preocuparle a él y a su partido.

El todavía presidente emprende ahora un viaje de vuelta, cuando todo indicaba que se encontraba en el tramo final de su dilatada carrera política. Su presencia en el remodelado Ejecutivo de Zapatero se interpreta como una apuesta del presidente del Gobierno por rodearse de "pesos pesados" del PSOE para hacer frente a la crisis económica. Pero no es menos cierto que supone una hábil salida. Su marcha abre de par en par el melón de su sucesión en una comunidad donde los socialistas están en el poder desde las primeras elecciones autonómicas y cuyos resultados son siempre determinantes para fijar el gobierno de España. Zapatero, con esta operación, releva además al último de los grandes barones regionales del PSOE, después de los procesos de sustitución de Pascual Maragall (Cataluña), José Bono (Castilla-La Mancha) y Juan Carlos Rodríguez Ibarra (Extremadura).

La decisión de que Chaves sea sustituido por José Antonio Griñán, considerado como el consejero más preparado y con más perfil político del Ejecutivo andaluz, parece asegurar la unidad interna en el PSOE-A, pero podría no cerrar el tema de la sucesión. Griñán no supone un relevo generacional -tiene 62 años, uno menos que Chaves- y aunque la lógica lo sitúa como el candidato del PSOE para 2012, difícilmente será un dirigente al que le quede un largo recorrido institucional y político.

"Por fin hemos sacado a Charlie del frío", sentenció Douglas Hurd, secretario del Foerign Office, resumiendo la ceremonia que se desarrolló aquel 22 de junio en Berlín, junto a los restos de aquel muro que dividió la vieja capital prusiana, relataba la crónica de EL PAÍS el día que Chaves ganó por primera vez en Andalucía. Ahora, 19 años después, se anuncia que el todavía presidente andaluz vuelve a Madrid. "Por fin hemos sacado a Chaves de la Junta", debe estar diciendo Javier Arenas . Rajoy no tiene excusa. En el paso fronterizo el intercambio era en ambos lados.