Marín atrapa el hilo de la memoria
Un grupo de mayores recopila el folclore infantil de los años 40
Era la generación de las canicas, la billarda, la leche con cascarilla, el aceite de hígado de bacalao o las cartillas de racionamiento: los niños de la Segunda Guerra Mundial. Cuando los balones de fútbol eran de cuero que había que coser y lustrar con grasa de caballo y empezaban a llegar de América las primeras muñecas de plástico, las Dolly. Y era también cuando el guiño de una abuela a su nieto escondía la complicidad de largas tardes de juegos, canciones, trabalenguas, letras para sortear, dichos o recitados que hablaban del cuerpo o del entorno y acababan, casi siempre, en unas cosquillas. Marín (Pontevedra) ha querido guardar todo ese patrimonio oral en A nosa memoria, un libro ilustrado por José Garrido Bonet, que recoge el folclore infantil y genuino de la villa pontevedresa en una edición no venial promovida por el Ayuntamiento y la Secretaría Xeral de Política Lingüística.
El material se recogió en las parroquias y centros de la tercera edad
El Ayuntamiento ha editado un CD y un libro que contiene también fotografías
Letras y dibujos se completan con decenas de fotografías antiguas que ilustran aquella infancia marinense. Además, a cada volumen se le adjunta un CD con todas esas melodías, alrededor de sesenta, coordinadas por el músico Pablo Díaz y acompañadas por los sonidos de la gaita, el acordeón y la pandereta.
El volumen, del que se han editado un millar de ejemplares, ofrece una presentación muy cuidada de la mano de Kalandraka y Factoría K, que puso la semilla de esta recopilación cuando arrancó el año pasado una campaña de animación a la lectura en gallego por varias localidades bajo el nombre de Cantar e Contar, con la que animaban "a hacer ese trabajo de recogida". El Ayuntamiento de Marín "se lo tomó muy en serio", apuntan desde la editorial, que califica de "entrañable" todo el proceso de elaboración.
A nosa memoria celebró ayer su puesta de largo en la Granja de Briz, una casa indiana que el Ayuntamiento de Marín restauró para darle un uso social. En ese escenario también histórico para la villa, se dieron cita los auténticos protagonistas de la obra, los mayores que sacaron del baúl de la memoria, ante un aforo peculiar y menudo, las letras y las músicas. Manuel, Rosa, Herminia, Finela, Maruja, Isolina, Camilo, Agustín, Digna, Rosalía, Francisca y tantos otros que han posibilitado la puesta en valor de la tradición oral. No todos pudieron asistir ayer, al haber superado ya la barrera de los 90 años.
Fueron precisos varios meses de trabajo, recorriendo centros de mayores y parroquias del municipio, para cosechar las letras que ayer volvieron a cantar y contar los propios ancianos ante un aforo singular de niños, profesores, autoridades y acompañamiento musical. Allí sonaron versos como "Nunha lancha de Marín / coa proa de carballo / catro rapaces da Puebla / roubaron un rodaballo...", con los que han crecido sucesivas generaciones de marinenses.
Quizás ese millar de ejemplares se quede corto, ya que la intención del alcalde, el socialista Fran Veiga, es entregar uno a cada niño que se empadrone en Marín. De momento, el primero se lo ha llevado ya el Príncipe de Asturias, que estuvo de visita en la Escuela Naval el pasado miércoles.
Y si desde Kalandraka y Factoría K confían en que la experiencia se pueda extender a otros municipios de Galicia, en el propio Marín hablan ya de una segunda parte. La ingente cantidad de material recogido, con abundante vocabulario marinero y también de contenido erótico, posibilitaría realizar una nueva recopilación que atrape el hilo de la memoria marinense entre la tinta y el papel. Si bien ésta se trataría ya de una edición especial para un público adulto.
De hecho, fue precisamente a raíz de esa campaña de lectura cuando surgió la edición de otra obra en la que la autora marinense Olalla González recuperaba un cuento de su infancia para Kalandraka. La historia de Garavanciño, con ilustraciones de Marc Taeger, está dedicado a su abuela Estrella, que "me contaba este cuento todas las noches", recuerda la especialista en literatura infantil y cuentacuentos. En suma, se persigue la conservación de una tradición oral dirigida a "familias, educadores, bibliotecarios, animadores de tiempo libre" y, cómo no, a los niños y niñas que ya no pegan con engrudo los papeles de colores de las cometas.
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