Bárcenas medió para que el PP de Galicia volviera a contratar a Correa
Palmou rompió con la red en 1999 y el tesorero llamó cuatro veces para interesarse
Daba igual una romería con 30.000 personas, pulpo y empanada en la cima de un monte que un pequeño acto electoral en un hotel de Santiago. Todo en el PP de Galicia corría a cuenta de Special Events en los noventa. La empresa de Francisco Correa, imputado por el juez Baltasar Garzón en la trama corrupta que salpica al PP, organizó entre 1996 y 1999 campañas, convenciones y cualquier reunión del partido. Con el fallecido Xosé Cuiña, aspirante a delfín de Fraga en la secretaría general, el PP no reparaba en gastos. Pablo Crespo, un fontanero suyo -ahora imputado, como Correa, por el juez Garzón- con nulo perfil político, se ocupaba de la intendencia desde la secretaría de organización.
El tesorero llegó a preguntar por una deuda contraída con Special Events
La empresa de Correa organizó todos los actos del PP gallego en los 90
Corrían buenos tiempos para el sector de la boina, el ala rural del PP que propiciaba con sus prácticas heterodoxas mayorías absolutas elección tras elección a Manuel Fraga. Pero la arrogancia del entonces todopoderoso Cuiña le llevó a desafiar en un congreso regional, en 1997, a los máximos representantes del PP urbano, los ministros Mariano Rajoy y José Manuel Romay Beccaría, a los que relegó a la última fila de un anfiteatro de A Estrada (Pontevedra).
La guerra interna por el poder se había hecho demasiado evidente y el repentino enriquecimiento de Cuiña, conselleiro de Obras Públicas, empezó a ocupar páginas en los periódicos. Presionado desde la sede nacional del PP, Fraga halló una solución salomónica en 1999. Dejó a Cuiña en la Xunta y situó al frente del partido a Xesús Palmou, quien nada más tomar posesión como secretario general ordenó una auditoría para aclarar las cuentas.
Esa investigación le deparó unas cuantas sorpresas desagradables. Llevó a Palmou a descubrir lo que era un secreto a voces entre los trabajadores de la sede regional. El PP debía hasta los periódicos. Ni un solo quiosco gallego servía a la sede regional, que acumulaba deudas con todos sus proveedores.
Entre montones de facturas, el secretario general tropezó con otro papel sospechoso. La firma del número tres, Pablo Crespo, secretario de organización, persona de la máxima confianza de Cuiña, aparecía con membrete del partido bajo una declaración jurada que reconocía una presunta deuda de 50 millones de pesetas (300.000 euros) con Special Events. El documento no detallaba más. Ni el concepto, ni los servicios facturados, sólo el importe.
Palmou informó a Fraga y exigió el despido fulminante del secretario de Organización. Y Crespo tardó apenas unos meses en encontrar cobijo. Special Events, la empresa con la que tanto había tratado, le ofreció un puesto directivo en Madrid y a Galicia ya sólo volvió de vacaciones. Ahí se cortó la fructífera relación del entramado de Correa con el PP gallego. Las órdenes de Palmou fueron tajantes: ni un solo contrato más para Special Events.
Un ex trabajador del partido en Galicia recuerda que el actual tesorero del PP, Luis Bárcenas, implicado en el caso Gürtel, intentó entonces mediar para recomponer las relaciones con la empresa de Correa. Las llamadas del entonces gerente desde su despacho de la calle Génova -muy habituales cuando Crespo ocupaba la secretaría de Organización- volvieron a repetirse.
Al menos en cuatro ocasiones, según estas fuentes, Bárcenas se interesó personalmente por los motivos de la ruptura con Special Events. Llegó incluso a preguntar por la factura impagada que la empresa reclamaba. La misma fuente asegura que la nueva dirección del PP nunca abonó esos 50 millones de pesetas y nunca se supo a qué servicios prestados obedecía la deuda.
La llamada del gerente suele tener una gran trascendencia en un partido. Este cargo trata directamente con los gerentes regionales, que conforman el verdadero corazón organizativo del partido, la correa de transmisión de las instrucciones de Génova. Por ejemplo, fueron ellos los encargados de recoger los avales para Rajoy antes del último congreso interno, que dificultaron la presentación de cualquier alternativa al líder.
El levantamiento parcial del secreto de sumario del caso Gürtel pondría de manifiesto que el interés de Bárcenas podría no ser altruista. En las diligencias transferidas al Tribunal Superior de Justicia de Madrid figuran bajo el epígrafe "Cobro Elecciones Gallegas", varias entregas por un total de 131.570 euros a L. B., siglas que tanto la policía como el juez asocian al actual tesorero del PP. Las presuntas comisiones las habría percibido Bárcenas, según el auto, entre el 13 de enero de 1997 y el 13 de marzo de 2002.
Desde que Palmou dejó de darles los contratos en Galicia, tanto Crespo como Correa se enfrentaron a muerte con él. Tanto que, años después, en 2003, la red trató de extorsionar a Rajoy con un vídeo en el que se escuchaba cómo el entonces vicepresidente y Palmou, aún secretario general del PP gallego, criticaban a Fraga -"el viejo está gagá", decían-. Correa se ofreció a mediar para resolverlo, pero Rajoy y Palmou llegaron a la conclusión de que en realidad él estaba detrás de la extorsión con el objetivo de recuperar los contratos en Galicia.
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