Caos
Nada más ineficaz para luchar contra el poder de las grandes empresas distribuidoras que la gran desunión de la que están haciendo gala las organizaciones agrarias andaluzas. Da la impresión de que se han roto todos los lazos hasta el punto de que resulta imposible una actitud mínimamente concertada, por ejemplo, para protestar por el bajo precio del aceite. Cada uno hace la guerra por su cuenta y así nos va. El precio del aceite sigue bajando y, ni siquiera, los intentos de la Junta para concentrar la oferta surten los efectos deseados. Las diferencias son más llamativas, si cabe, en el caso de COAG y UPA que, por lo que se ve, están a punto de protagonizar un enfrentamiento abierto total e irreversible. Ambas formaciones siempre se han disputado una misma franja social del campo andaluz y cada uno con sus apoyos institucionales y políticos correspondientes.
Pero ese entendimiento cordial parece que se ha roto definitivamente sin que se conozca el resultado final de esta situación que no acaba más que empezar. Junto con ASAJA, cada una de estas organizaciones, ha fijado su propio plan de movilizaciones con reivindicaciones variadas que van desde el problema surgido con la depreciación del aceite, pasando por la pérdida de empleo agrario, la importación de tomate marroquí, medidas fiscales y lo que le echen encima. Ya ni se respetan los territorios hasta el punto de que la COAG monta una manifestación en Jaén, feudo tradicional de la UPA, que, a su vez, replica con su tractorada propia y las nuevas que se concretarán a partir de esta semana. Puesto que no hay indicios de confluencia alguna, no se debe descartar que el choque de trenes se produzca de forma inminente. Y luego está el movimiento cooperativo con un Antonio Luque, presidente de FAECA, que confunde, más a menudo de lo que debiera, su papel como representante de las cooperativas agrarias andaluzas con sus intereses particulares como presidente de Hojiblanca.
En definitiva, la desunión se ha instalado en el ámbito asociativo agrario andaluz. Y para completar el cuadro, UGT y CC OO retoman sus movilizaciones para el cumplimiento de una vieja reclamación como es el ingreso en el Régimen General de la Seguridad Social de los trabajadores del campo. Para colmo, la tradicional nota pintoresca que protagonizan los del SAT, antes SOC, del incombustible, Diego Cañamero, a mamporrazos limpios con policías y ocupando desde bancos a barcos. Estamos pues ante unas organizaciones desarticuladas, con liderazgos en precario y necesitadas de hacer mucho ruido para subsistir. Y de fondo, la crisis que todo lo explica, incluida la desmesura y el caos.
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