El PSC se lanza a debatir la crisis con 75.000 ciudadanos en nueve meses
Obiols ofrece a la Casa Gran del Catalanismo "competencia sin descalificación"
Se sabe cómo es el mundo cuando entra en una crisis económica grave, como la actual, pero nadie sabe cómo será cuando salga de ella. Lo único seguro es que será distinto. Para debatir las posibles vías de salida, las ideas y los modelos en liza, el PSC ha organizado un proceso de debate político público con su entorno social más inmediato, en el que durante nueve meses se propone dialogar con 75.000 personas. El primer acto en Barcelona será el 2 de abril. Pero se tratará sobre todo de centenares o miles de pequeños encuentros.
Las fechas, el método y los objetivos del proceso fueron explicados ayer por el eurodiputado y ex primer secretario del PSC, Raimon Obiols. Ante unas 60 personas convocadas en la Casa de Caridad por la plataforma socialista Nou Cicle, Obiols puso de relieve que la actual crisis económica es también "la crisis terminal del fundamentalismo de mercado" que durante décadas ha impuesto sus recetas económicas y sociales. Formulaciones como "menos Estado y más mercado", "el Gobierno no es la solución, es el problema", "más mercado y menos política" son según Obiols las que acaban de fracasar estrepitosamente.
Los socialistas creen que lo que ahora se abre es una "enorme oportunidad" para llevar a cabo un cambio en los valores dominantes. Allí donde el derrotado neoliberalismo ponía el individualismo, el dinero y el consumismo como valores, es la hora de promover la solidaridad, la austeridad, la cohesión social y la igualdad.
El proceso lanzado por el PSC tiene por nombre Conferencia Abierta Cataluña Causa Común. Porque este debate se llevará a cabo teniendo también en cuenta, destacó Obiols, que "el catalanismo se halla en el umbral de una nueva fase". Reconoció que es inevitable se establezca una "equiparación competitiva" con la plataforma Casa Gran del Catalanismo promovida por Convergència Democràtica (CDC), el partido nacionalista que se reclama del liberalismo. Pero pidió que esta competencia se establezca, si acaso, rehuyendo las descalificaciones mutuas y mediante la contraposición de ideas.
Para empezar, apuntó que, contra lo que persigue la Casa Gran, el catalanismo no necesita ser refundado, sino simplemente afrontar una renovación y no necesita de "ningún Moisés con sus tablas de la ley".
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