La Asquerino
Se retira arguyendo que ya sólo le dan papelitos, cuando ella ha sido, y sigue siendo, lo que siempre se ha entendido como una dama del teatro español. Y del cine. María Asquerino empezó en el oficio a los catorce años, o puede que antes, ya que fue hija de actores, de Mariano Asquerino, que lució los fraques mejor que nadie en el cine español de posguerra, y de Eloísa Muro, que la protegía de niña cuando los bombardeos sobre Madrid. María soñaba con convertirse en una actriz mezcla de Shirley Temple y de Bette Davis; acabó acercándose más a la segunda; el cine le ofreció más personajes de mujeres malas, es decir, de extranjeras o adúlteras, puede que por su recia voz o por su talante independiente.
María (antes Maruja) es una mujer que decidió ser autónoma en la vida contra viento y marea, no sólo durante los represivos años del franquismo, sino también desde entonces hasta ahora. La independencia suele tener un costo alto en una profesión como la suya, ocupada por tanta gente que prefiere medrar antes que vivir gozando. A María Asquerino se la recuerda en las legendarias noches de Oliver o Bocaccio, rodeada de hombres, whisky y cigarrillos, haciendo de su capa un sayo: "Es que me oriento mejor por la noche". Ahora, a sus 83 años, lejanos aquellos tiempos de farra, ha decidido dar carpetazo a su carrera.
Un aviso lejano
Se veía venir. Lo viene anunciando desde hace tiempo, al menos desde que en 1987 publicó sus memorias, en las que acababa diciendo que ya no esperaba nada. Después de haber cantado muy bien en una película, nunca más le ofrecieron cantar; intervino con éxito en un título clave -Surcos, en 1950-, y se quedó luego un año largo en el paro; triunfó en teatro con Anillos para una dama, pero nunca más le ofrecieron un papel semejante... Se ha ido hartando de hacer siempre "de segunda", y ahora dice que ya no puede con su alma, aunque se la vea en cines y teatros, siempre atenta a cuanto ocurre. Fernán-Gómez decía que lo importante en el oficio de actor era permanecer, más que triunfar, y bien que ha permanecido la Asquerino; si quisiera seguiría durando en esa profesión que ella califica de terrible y de maravillosa a la vez. "Siempre hay que estar empezando", se queja.
El pasado lunes, la Unión de Actores le rindió un muy cálido homenaje por su carrera larga y fecunda. Ya está bien de que los buenos se retiren cansados. Ni que fuera una epidemia. Berlanga, Landa, Gutiérrez Aragón... Ahora, la Asquerino.
Babelia
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