Mucha humildad
Se quejaba María José Cintas Guillén, compiladora y editora de Chaves Nogales, de que cada vez que se habla de Chaves raramente se menciona ni reconoce su labor, y lleva razón. "Desde la humildad con la que abordo cualquier trabajo que publico", hizo el otro día unas puntualizaciones en estas Cartas al director, a propósito del "despliegue Chaves" aparecido en Babelia, que me gustaría igualmente puntualizar, porque yo quiero ser también humilde como ella.
1. Que cuando terminé Las armas y las letras, a finales de 1993, no habían aparecido aún las Obras Completas de Chaves, cuidadas por la señora Cintas, tan humilde que se olvidó de incluir en ellas el último libro de Chaves, La agonía de Francia (Montevideo, 1941).
2. Que leí A sangre y fuego, de Chaves, mucho antes, en un ejemplar del librero de viejo, poeta y amigo Abelardo Linares, como me ha gustado contar por escrito muchas veces.
3. Que cuando se publicó Las armas y las letras, en febrero de 1994, ni yo ni casi nadie había visto aún las Obras Completas de Chaves, editadas por la Diputación de Sevilla y sepultadas entonces en sus dependencias (de donde saqué el ejemplar que me sirvió para escribir la reseña que apareció en Babelia en agosto de ese 1994 y donde se aludía, claro, a La agonía de Francia), por lo que cuando decía en mi artículo que muchos se encontraron por primera vez al Chaves de la Guerra Civil en Las armas y las letras, no estaba diciendo nada especial, ni tampoco cuando afirmaba que fue entonces la primera vez que se valoraba a Chaves respecto de todos los demás escritores, y por supuesto que con ello no quería restar méritos a la señora Cintas, cuyas melancolías, nacidas acaso de las comparaciones inadecuadas y de la mucha humildad, comprendo muy bien, tanto que me he propuesto, a partir de hoy, citar el nombre de esta señora no sólo cuando se hable de Chaves Nogales, sino de cualquier otro en el que ella haya trabajado humildemente, si lo hubiera, y aunque no venga a cuento.
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