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La filial privada del Clínic factura 12 millones en 2008

Usuarios y centros médicos privados critican la falta de transparencia

Ana Pantaleoni

En el Hospital Clínic de Barcelona hay vida más allá de lo público. Barnaclínic, vinculada al Clínic, es una empresa de asistencia sanitaria privada que utiliza las instalaciones, equipamientos y el personal médico del hospital. La diferencia es que el paciente paga y los médicos trabajan fuera de su horario laboral en el Clínic.

Barnaclínic nació en 2000 y cuenta con 311 médicos del Clínic que compaginan la actividad pública y privada en el mismo centro. En 2008 atendieron a 43.000 pacientes y facturaron 12 millones de euros. De este negocio, el hospital Clínic obtuvo unos ingresos de ocho millones, que le pagó Barnaclínic por el uso de sus instalaciones y equipos. Este año la dirección de Barnaclínic promocionará sus servicios en el extranjero para atraer nuevos pacientes.

Los médicos no pueden derivar por la mañana a un enfermo a la privada

Éste es un modelo único en España no exento de críticas. "Es una cuestión de principios. La gente cuando acude al sistema público no se plantea que pueda haber una actividad privada", denuncia Carme Sabaté, de la Coordinadora de Usuarios de la Sanidad. Esta plataforma recibe periódicamente quejas contra Barnaclínic. Por su parte, las clínicas privadas expresan su malestar por un modelo que consideran "perverso" y que les hace la competencia directa. "Estamos en contra de hacer medicina privada para mantener la pública", dice Lluís Monset, director de la Agrupación Catalana de Establecimientos Sanitarios (ACES).

"Nos critican por competencia desleal. Hay que decir que si no se hiciera esto, muchos médicos harían esa misma actividad en otro centro", explica Raimon Belenes, director general de la Corporación Sanitaria Clínic.

El tema más delicado se centra en las actividades como las prótesis y la fecundación in vitro, en las que hay largas listas de espera. Judith (nombre ficticio) es un ejemplo. Acudió al Clínic para informarse sobre la fecundación in vitro. Le dijeron que había un problema: una lista de espera de tres años. Pero añadieron que en Barnaclínic, previo pago de 4.500 euros, podría recibir el tratamiento sin esperas.

El dilema ético es el trasvase de pacientes de la pública a la privada, conducida por los mismos médicos. "Nuestros facultativos saben que no pueden derivar por la mañana a un enfermo a la actividad privada. Tenemos unas reglas éticas escritas que estamos seguros de que globalmente se siguen. Vigilamos la derivación inducida. Desde 2000 ha habido únicamente dos reclamaciones", añade Belenes.

Los médicos saben que los pacientes deben informarse en la gestora de pacientes de Barnaclínic. "El modelo asegura transparencia. Los médicos cobran a través del hospital y no hay pagos opacos. Barnaclínic paga al hospital por los servicios que utiliza", argumenta Belenes.

El Departamento de Salud calificó ayer esta iniciativa de "aportación positiva", pero recalcó que no tiene previsto generalizar este modelo.

Los enfermos firman un papel en el que renuncian a sus derechos de estar en la lista de espera pública y voluntariamente se van a la privada. El tratamiento de cáncer, la obesidad mórbida y la atención al viajero son tres de las actividades más frecuentes de Barnaclínic. El 70% de los pacientes son catalanes, el 20% nacionales y el resto, internacionales. Esa última cifra es la que quieren aumentar. Barnaclínic trabaja en un plan estratégico para entrar en nuevos mercados.

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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