El invierno del patriarca
El sonado caso de la destitución de Felipe Pérez Roque, ministro cubano de Relaciones Exteriores, y del vicepresidente Carlos Lage ha sacado a flote un viejo dicho de la isla, de la isla a partir de la revolución, se entiende, que es de una exactitud casi poética: "En el socialismo uno nunca sabe el pasado que le espera". La frase, entendiendo el socialismo como ese régimen a medida que ha confeccionado durante décadas Fidel Castro, es lapidaria porque supone una amenaza permanente por algo que ya se ha hecho, y que no tiene remedio, y que con frecuencia, como en el caso de estos dos funcionarios cubanos caídos en desgracia, no se sabe bien qué es. Ante ese pasado latente y letal que tan bien ilustra ese dicho cubano, es inevitable pensar en los funcionarios soviéticos que caían en desgracia en el régimen de Stalin y que iban siendo sistemáticamente desaparecidos, no sólo del entorno, sino también de las fotografías, gracias a un minucioso trabajo artístico que fue, sin lugar a dudas, precursor del Photoshop: el hueco que dejaba en las fotografías oficiales el funcionario X, que había caído en desgracia, era hábilmente rellenado con una columna jónica, o con un perchero, por uno de los artistas del régimen. Este dicho de vuelos poéticos es lapidario en Cuba, y lo es también en cualquier sitio si se adapta a otros ambientes, "uno nunca sabe el pasado que le espera", ni en el trabajo, ni en el amor, ni en el consultorio del médico, ni en el mercado de valores.
'Granma' publica en Internet artículos que Fidel Castro escribe en una clave que tiene mucho de 'blog'
No sólo ignoro lo que habrán hecho Pérez Roque y Lage; tampoco tengo idea del tipo de personas que son, y para resolver esta laguna acudí a la edición que el diario Granma publica en Internet (www.granma.cubaweb.cu), específicamente a los artículos que Fidel Castro escribe cada día, en una clave que tiene mucho de blog. No sé si usted habrá tenido la curiosidad de leer la columna de Fidel, si no, puedo asegurarle que es toda una experiencia; los artículos que escribe, desde su larguísima convalecencia, son de una asombrosa extensión y poseen un tono autoritario todavía más asombroso, con un léxico y unos conceptos que ya no son de este mundo. En su columna de hace una semana, titulada Cambios sanos en el consejo de ministros, y terminada de escribir, según consta al final del texto, a las "11 y 32 AM", habla de la misteriosa defenestración de Lage y Pérez Roque; después de deslindarse de cualquier responsabilidad sobre el origen, la carrera y el desempeño de estos dos funcionarios ("la mayoría de los que fueron reemplazados nunca los puse yo (...) No me dediqué nunca a ese oficio"), escribe: "la miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno. El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos". Inmediatamente después, una vez zanjado, según su personal óptica, el asunto, pasa sin ningún párrafo o frase de transición, a un juego de béisbol que está por disputarse, dentro del campeonato mundial de este deporte: "No acepto que se mezcle ahora la chismografía con el clásico de Pelota que está a punto de comenzar. Dije bien claro que nuestros atletas de béisbol eran jóvenes de primera línea y hombres de patria o muerte". Más adelante argumenta por qué ganará el equipo cubano: "Venceremos porque sabemos y podemos combinar algo que sólo pueden hacer hombres libres, y sin dueños, no los jugadores profesionales". Después de este arranque antiimperialista, de profunda moralidad revolucionaria, remata: "Asumo la total responsabilidad por el éxito o el revés. Las victorias serán de todos; la derrota no será jamás huérfana. ¡Patria o muerte! ¡Venceremos!". No hay que perder de vista que estas consignas finales, dichas para animar a esos "hombres de patria o muerte", van dirigidas ¡a un equipo de béisbol! En su reflexión de ayer martes, el comandante nos cuenta que la selección cubana ha ganado y ha calificado para la siguiente ronda; inmediatamente después se transfigura en comentarista deportivo y hace gala de una sonora sabiduría beisbolística: "Michel Enríquez regaló un out con el avance irracional a segunda, después de batear hit, agitado tal vez demasiado en el corrido de base por la dirección del equipo". El blog de Fidel no sirve para enterarse de lo que han hecho Lage y Roque para caer en desgracia, tampoco sirve si lo que se busca es un panorama objetivo de la isla; sin embargo, constituye un medio invaluable para acercarse, de manera inequívoca, a los entretelones de la psique revolucionaria del comandante; lo que ahí se va escribiendo es, sin duda alguna, obra de su puño y letra y es muy evidente que nadie se atreve a corregirle ni una coma. 'Reflexiones del compañero Fidel', así se titula su espacio en Granma, es uno más de los privilegios de esta época del ciberespacio: el de ir leyendo día con día, con escalofriante precisión, el invierno del patriarca.
Jordi Soler es escritor
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