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Análisis:Desafíos económicos para el futuro Gobierno
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Políticas para el cambio económico

El panorama económico que le espera al nuevo Gobierno no es muy alentador, y lo peor todavía está por venir. La primera tarea que debería acometer es explicar claramente a la ciudadanía la situación en la que nos encontramos. La segunda informar de que ningún gobierno, nacional o regional, tiene la fórmula mágica para salir de la crisis y que no cabe, por tanto, formarse expectativas de una recuperación inmediata inducida por el buen hacer de los políticos.

La salida de la crisis hay que enfocarla con una perspectiva de medio plazo, y esto exige cambios importantes en las prioridades de nuestros políticos, de nuestros agentes sociales y de la ciudadanía en general. Al gobierno le corresponde liderar este proceso de cambio orientando la actividad privada y pública hacia un nuevo modelo de crecimiento económico basado en la innovación y el empleo de calidad. La melodía es conocida. El problema radica en su instrumentación, y es aquí donde realmente tiene que producirse el cambio.

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La actividad innovadora de las empresas es un proceso complejo en el que se involucran diferentes agentes. La estrategia seguida hasta el momento se ha orientado de manera preferente hacia la constitución de redes de innovación que debían actuar como oferentes de nuevos productos o procesos que adquieren las empresas. La evidencia, sin embargo, ha puesto de manifiesto que una gran parte del tejido empresarial no se ha insertado en esta red. Los esfuerzos realizados en I+D pueden convivir con resultados mediocres en innovación empresarial. Reconducir esta situación exige, por un lado, un cambio en la estructura de incentivos de los agentes oferentes de innovación (centros tecnológicos y Universidad), revisar la política de clusters, unificar la gestión del I+D+i y eliminar estructuras burocráticas que no aportan nada y que consumen energías y recursos públicos.

Por otro lado, son las propias empresas las que tienen que tomar la iniciativa de la innovación, lo que exige, entre otras cosas, una vocación empresarial clara, una voluntad por adquirir el tamaño suficiente para abordar innovaciones de calado y un modelo de negociación colectiva adaptado a las necesidades de flexibilidad que impone la actividad innovadora. El Gobierno puede ayudar mediante incentivos y políticas sectoriales a la consecución de estos objetivos, pero de nada servirán si los responsables empresariales y sindicales no aportan el impulso suficiente a la modernización de las empresas.

El cambio de modelo productivo llevará tiempo y, mientras tanto, el Gobierno deberá hacer frente de manera inmediata al aumento del desempleo derivado de la caída en la actividad económica y al incremento de las necesidades sociales que acarrea. La política fiscal contracíclica impulsada por los gobiernos de Ibarretxe dota al Ejecutivo entrante de un margen de maniobra nada despreciable, sobre todo en capacidad de endeudamiento. Una política de inversiones en modernización de infraestructuras, así como la habilitación de programas de ayuda especiales a la industria, habrán de ser acometidas de manera inmediata. Por otra parte, la disminución de los ingresos fiscales que se va a producir como consecuencia de la crisis puede ser compensada, al menos parcialmente, con una sana poda del rosario de sociedades, fundaciones, empresas públicas y organismos de todo tipo con los que se ha dotado la Administración General. La fiscalización de la actividad del Gobierno, además, ganaría en agilidad y transparencia, y la política social podría ser reforzada.

El nuevo Gobierno deberá tener mucho cuidado de no dejarse enredar en debates estériles que distraigan la atención de los objetivos principales. Ni la transferencia de las pensiones, ni un marco propio de relaciones laborales, ni abonar el seguro de desempleo desde Vitoria van ayudar a salir de la crisis en la que nos encontramos. Con los instrumentos de los que se dispone en estos momentos -y no olvidemos el privilegio respecto a otras comunidades que supone el Concierto Económico-, se está en disposición de sentar unas bases sólidas para el futuro. Lo que realmente hace falta para cambiar es tener voluntad de cambio.

Felipe Serrano es catedrático de Economía Aplicada en la UPV-EHU.

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