Un chequeo refleja la buena salud de la Giralda tras un desprendimiento
La Giralda está bien de salud. Tras el desprendimiento, el pasado miércoles, de un trozo de mortero desde el cuerpo renacentista del alminar sevillano, el maestro mayor de la Catedral, Alfonso Jiménez, encargó una revisión completa de la torre.
"Ya se han revisado dos caras, la fachada que da a Placentines y la que mira a la plaza Virgen de los Reyes, y, hasta ahora, no se ha detectado ningún problema. Lo que han encontrado son cosas que se les caen a los visitantes -porque no quiero pensar que las tiran- y se quedan enganchadas. Hay una cámara de fotos, muchas botellas de agua que vuelan con el viento y, lo más curioso, un corazón de poliéster transparente relleno de hierro que debe pesar unos 300 gramos y que si se hubiera caído le podría haber hecho daño a alguien", explicó ayer el arquitecto Alfonso Jiménez, después de supervisar la revisión que, desde el jueves, realizan cuatro obreros especializados, dos de ellos colgados con arneses, que están mirando palmo a palmo el edificio.
"El mortero que se cayó cabía en la palma de una mano y era de una reparación. Aunque fue muy poca cosa, ha sido lo suficiente para ponernos en alerta. Hemos preferido hacer una revisión completa para asegurarnos de que no hay problemas", afirma el maestro mayor. Los trabajos continuarán el lunes y el martes. "Lo que más me preocupa ahora es retirar los andamios de la Avenida de la Constitución a tiempo para la Semana Santa y la limpieza que todos los años realizamos de las cornisas", añade.
La Giralda, que con sus 97 metros de altura es el techo de Andalucía, tendrá con quien medirse cuando, a finales de 2011, esté terminada la Torre Cajasol, de 178 metros. "Me parece innecesaria y una de las más monumentales catetadas que he visto en mi vida", sentencia Jiménez.
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