El voluntario sale a escena
Los políticos descubren el potencial ciudadano, animados por Obama y obligados por la crisis
Dicen los expertos que Marcy Kelley fue clave en la victoria de Barack Obama. Formaba parte del millón y medio de voluntarios que buscó, uno por uno, los apoyos para el actual presidente estadounidense bajo el lema: Get out the vote (Saca el voto). Kelley, representante en México de la Fundación Interamericana, nunca había participado en una campaña electoral. "Obama me inspiraba. Sentía que podía contribuir en algo", responde cuando le preguntan por qué se desplazó desde su casa, en Maryland (estado tradicionalmente demócrata), a Virginia (republicano) para cambiar el color de todos los votos que fuera capaz.
Los partidos políticos españoles están muy lejos de conseguir ejércitos de voluntarios como el que reunió el actual presidente de EE UU cuando trataba de convencer a 300 millones de estadounidenses de que merecía el puesto. Pero han empezado a reclutarlos y las campañas electorales de Galicia y País Vasco han sido una buena prueba de ello.
Son los partidos pequeños los que más han tirado de los simpatizantes
Las organizaciones políticas apenas movilizan seguidores no militantes
"En EE UU la gente se identifica con el candidato", dice Daniel Ureña
El despegue del voluntariado va ligado al de las nuevas tecnologías
El bajón económico ha dado un impulso a los colaboradores. El boca-oreja es gratis
La sociedad civil es más activa donde el Estado no lo es
El gran logro de Obama fue darles poder a los activistas
En Italia en las últimas elecciones hubo una explosión de jóvenes activos
De momento, esos tercios españoles se conforman con pocos hombres y mujeres y no libran grandes batallas. Conducen furgonetas, pegan carteles, rellenan sillas vacías en los mítines. Los partidos políticos acaban de descubrirlos. Los grandes, siguiendo el ejemplo de Obama, y los pequeños, además, por necesidad, a falta de grandes presupuestos para contratar especialistas o espacio en los medios.
Por ejemplo, en Galicia, el PSdG empezó con 700 voluntarios y terminó con más de 2.000. "Las campañas son, cada vez más, de calle. Los voluntarios suelen repartir propaganda, organizar mesas informativas en plazas, hablar con la gente, llamar a cada puerta...", explica Mar Barcón, secretaria de organización. El BNG ha movilizado a 6.000 militantes. "Además de pedir el voto vecino por vecino", explica el director de campaña, Alberto Ansede, "han realizado muchos vídeos y han creado una comunidad de apoyo en Facebook. En realidad el 95% de la campaña lo ha hecho la militancia. Para un partido como el nuestro, el boca a boca es fundamental".
La gallega y la vasca han sido también las primeras campañas electorales de la crisis. Algunos partidos no han reunido grandes fondos y todos saben que en momentos de paro y angustia económica para tantos ciudadanos y votantes, conviene gastar los que hay sin alardes. En tiempo de crisis y campaña electoral los candidatos han de incorporar a sus promesas una imagen de austeridad.
Todos estos factores han contribuido al despegue de los voluntarios políticos en España. Con grandes diferencias aún con los que mejor han sabido explotarlos, los estadounidenses, pero con la intención y la necesidad de imitarlos y con una herramienta que parece ideal para captarlos y multiplicarlos: Internet.
El secretario general del PP vasco y director de campaña, Iñaki Oyarzabal, afirma que han movilizado a un centenar de voluntarios con la misión de "ser la presencia del partido en la calle". "Si lo hicieran personas contratadas, nunca saldría bien. También han aportado ideas para el programa electoral a través de las nuevas tecnologías y en algunos sitios han ido casa por casa, aunque en Euskadi es más complicado porque no todo el mundo se atreve. La gente tiene miedo. Para nosotros ese puerta a puerta y boca a oreja es fundamental. Especialmente en tiempo de crisis, cuando todos los partidos debemos de apretarnos el cinturón".
Partidos más pequeños, como Aralar, han optado por hacer el 95% de su campaña en la calle. Los voluntarios han protagonizado muchas actividades, desde una acampada en una zona de construcción de Donosti para denunciar la dificultad de acceso a la vivienda, a fiestas, conciertos y muchas meriendas con chistorra. EB se trajo a la mayoría de sus voluntarios, a los que llama brigadistas, de fuera del País Vasco y movilizó a otros 1000 afiliados. "En época de crisis queremos dar ejemplo. No podemos invertir en publicidad y medios lo que otros, así que hemos intentado que se nos vea en la calle lo más posible y esa ha sido la misión de los voluntarios", explica Serafín Llamas, coordinador de campaña.
"En España es un fenómeno relativamente incipiente que va unido al empuje de Internet. En general, los voluntarios aquí son de los propios partidos, militantes cuando los hay. He visto una llamada a los voluntarios muy activa en el PSdG de Ourense y poco más en UPD", afirma el catedrático de Sociología Fermín Bouza.
Además de ser menos, los voluntarios de los partidos políticos españoles tienen un perfil distinto. En su gran mayoría, las personas que han trabajado gratis en la campaña gallega y vasca de un partido u otro han sido militantes. "En EE UU los voluntarios no son necesariamente militantes porque allí hay una red intermedia de instituciones, asociaciones, etc. y en España no tanto", añade el catedrático de Comunicación Política de la Universidad Complutense José Luis Arceo.
Daniel Ureña, director de Mas Consulting Group, una consultoría política con presencia en España, México y EE UU, considera que hay grandes diferencias en el perfil de los voluntarios. "La gente que se incorpora como voluntaria en una campaña electoral norteamericana no lo hace porque sea demócrata o republicana. No se identifica necesariamente con el partido sino con el candidato que les ha ilusionado. El partido no es tan importante y las campañas electorales, como la de Obama, se hacen de abajo arriba, y no de arriba abajo (desde el partido a la calle) como aquí".
Los voluntarios políticos son más y tienen más peso en la campaña cuanto menor es la presencia del Estado como procurador del bienestar. Porque la sociedad civil es más activa en los lugares donde el Estado no. Así, EE UU, el país que menos ayudas concede a países subdesarrollados, por ejemplo, tiene entre sus habitantes a los contribuyentes más generosos con las ONG del mundo. Son los mismos que, sin militar en un partido u otro, deciden dejarlo todo o dedicar cada minuto de su tiempo libre a un candidato, yendo casa por casa, dando mítines en los portales, ofreciéndose a ir a llevar en coche hasta la urna a los ancianos con dificultad para desplazarse.
¿Por qué los partidos políticos españoles sólo movilizan a militantes como voluntarios en sus campañas a pesar de tener tasas de participación mucho más altas en las elecciones que países como EE UU? ¿Es más pasota la sociedad civil española? ¿Tienen sus candidatos menor capacidad para ilusionar a los ciudadanos? Juan Verde, asesor de Obama y miembro del Comité de Estrategia de su campaña responde: "Es cierto que en Estados Unidos hay una cultura muy extendida de la asociación cívica. Es el país que más se involucra en proyectos de voluntariado del mundo. Pero creo que eso también terminará llegando aquí, porque el potencial es enorme y porque además, España también lo tiene. En Navidad se dona muchísimo dinero y cuando hay una catástrofe, los españoles siempre se vuelcan. Creo que aquí no se ha explotado aún el potencial del voluntariado porque los partidos no se han atrevido a romper con sus viejas estructuras, y hoy por hoy, siguen insistiendo en los militantes, pero llegará. Les necesitan. Obama no tenía fondos para hacer su campaña y consiguió que tres millones y medio de personas le dieran dinero gracias a los voluntarios".
El potencial de ese ejército ha quedado demostrado como nunca en la campaña estadounidense. "Los voluntarios contactaban cada día con 400.000 votantes. En España aún no saben qué hacer con ellos, porque no han conseguido implicarles en el equipo de campaña", añade Ureña.
Verde explica que el gran logro de la candidatura de Obama fue darle poder a los voluntarios. "Les preguntábamos cuánto tiempo tenían. Si decían dos horas, les dábamos una clave para acceder a una base de datos y llamar a otras 200 personas. Al final, Obama reunió aun millón y medio de voluntarios. Muchos, estudiantes universitarios que dejaron la universidad seis meses para trabajar gratis en la campaña. No eran militantes del partido, pero trabajaron como si de hecho, les hubiésemos contratado como miembros del equipo. Esa tradición piramidal de la organización de un equipo de campaña se hizo plana. Todo el mundo era muy importante. Todos los voluntarios eran líderes en su entorno: la presidenta de la asociación de vecinos, con sus vecinos; la madre, con sus hijos... Cada uno tenía una misión". La de Kelley era ir de casa en casa. "Preguntaba si iban a votar, si necesitaban ayuda para llegar al centro de votación... Acompañé a un anciano y nos mandaron a zonas rurales y pobres de población blanca. Me apené mucho porque no encontré a nadie que fuera a votar a Obama, aunque pensé que tenía tantos voluntarios que por eso nos enviaba a esas zonas. Compartíamos una pasión, la esperanza de que podíamos cambiar el rumbo de nuestro país".
En general, el comportamiento de los voluntarios en España, su movilización y funciones, se parece más al del resto de Europa que al de América. "Los equipos de campaña aquí se componen de una manera muy diferente de EE UU y muy parecida al resto de Europa. En EE UU mandan los técnicos y comunicadores, aquí mandan sólo los políticos escasamente asesorados. Las campañas y el conjunto de la comunicación política son más flojas en Europa y en España", afirma Bouza.
Los militantes franceses llevan a cabo casi toda la labor de sus partidos en las campañas electorales, a juzgar por los testimonios de los distintos portavoces de estas formaciones. Un viejo militante y portavoz del Partido Socialista francés (PS) asegura que los miembros de este partido se encargan de "ir puerta a puerta convenciendo a los vecinos, ir a las salidas de las fábricas, de meter los folletos en los buzones...". Pero añade: "Aunque, en los últimos años, cada vez veo más actividad de ciertas empresas privadas para determinadas actividades muy concretas". En la UMP, el partido de centro derecha de Nicolas Sarkozy, la situación es parecida: "Los militantes hacen casi todo", asegura un portavoz de este partido: "Colocar los carteles, meter los folletos, organizar las reuniones...".
En las últimas elecciones italianas Michela Brambilla, estrella naciente de la política de Silvio Berlusconi, puso a disposición del líder una flamante red de 5.000 centros cívicos nacidos para recuperar el contacto entre política y ciudadanos, los Círculos de la Libertad. El Partido Democrático pidió a la gente que intentara convencer a tres amigos cada uno. "La participación de voluntarios es un recurso que hoy en día desgraciadamente se ha perdido casi completamente", comenta Edoardo Novelli, profesor de Comunicación Política. "En los 50 ó 60 aquellos años el militante era voluntario a jornada completa, una verdadera alianza de comunicación entre partido y ciudadano". "No hacía falta hacer encuestas, explica, el territorio estaba tan controlado que se conocía bien el humor electoral". La televisión, opina, lo cambió todo. "Incluso las casetas electorales se organizan muchas veces para atraer a la prensa y a los fotógrafos, más que para establecer contacto con la gente".
Federica Colonna, de Runnig Marketing, una sociedad independiente que organiza campañas electorales, fue a EE UU para estudiar el fenómeno de los voluntarios y su potencial en Italia. De hecho, en las últimas elecciones hubo una explosión en Internet de jóvenes que querían ayudar. Un enorme potencial que en gran parte se perdió porque "no se sabe bien qué hacer con ellos, de qué manera hacerles participar".
En el Reino Unido, la penuria económica de los partidos políticos británicos ha hecho que en las dos o tres últimas campañas ganara importancia el activismo local, y el contacto puerta a puerta con los electores, sobre todo en las circunscripciones decisivas. Hay que tener en cuenta que las elecciones se juegan en más de 650 pequeñas circunscripciones y que las cuestiones locales, los medios locales y el candidato local siguen teniendo un peso muy importante.
Con información de Antonio Jiménez Barca (París), Mercedes Vela (Roma) y Walter Oppenheimer (Londres).
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