Zapatero y Rajoy echan un pulso en Galicia
Desesperada lucha de los líderes por los últimos votos en una incertidumbre total - Rajoy salvaría su crisis con la mayoría absoluta, y Zapatero intenta evitar la caída
Nunca unas elecciones en una comunidad que sólo representa el 6,13% de la población española y el 5,14% del PIB habían sido tan importantes para la política nacional. Ya no es sólo Mariano Rajoy, acosado por la crisis interna del PP, el que se la juega a todo o nada en Galicia, donde ha estado 12 de los 15 días de la campaña. También José Luis Rodríguez Zapatero ha echado el resto y ayer, en contra de lo previsto, acudió a Santiago para cerrar la campaña con Emilio Pérez Touriño y dar el empujón final en un ambiente de incertidumbre total sobre el resultado.
Zapatero no puede permitirse el lujo de que el primer gran fracaso del PSOE llegue precisamente en el peor momento interno del PP, con un caso de corrupción que ya ha tocado al tesorero nacional y afecta de lleno a los dos grandes graneros de votos populares, Madrid y Valencia. Perder el Gobierno de Galicia sería además un serio aviso de las consecuencias electorales que puede tener la crisis económica para el PSOE. De momento, una encuesta encargada por EL PAÍS en Andalucía coloca por primera vez a los populares a sólo un punto de los socialistas, lo que apunta a un deterioro del PSOE.
El PP quiere evitar la movilización de la izquierda desencantada
El PSOE teme recibir de Galicia el primer castigo por la crisis económica
Por eso, y porque los socialistas ven claro que la mayoría absoluta del PP es posible, Zapatero se plantó ayer en Santiago para tratar de remontar a última hora la alicaída campaña de Emilio Pérez Touriño. Además, José Blanco, el número dos, que tenía previsto acudir al País Vasco algunos días de campaña, canceló ese viaje para instalarse en Galicia y recorrer pueblos y pueblos, como Rajoy, para empujar la campaña de Touriño.
De fondo se mantiene la polémica interna por la decisión del líder del PSdeG, el verano pasado, de no adelantar las elecciones, tal como le pedía el PSOE ante la llegada de la crisis. Si pierde, ese error fatal caerá sobre sus espaldas.
Mientras, Rajoy, un hombre poco acostumbrado al riesgo, ha decidido jugársela como nunca antes había hecho un líder nacional. Ha recorrido 5.000 kilómetros para visitar pueblos minúsculos del interior de Galicia, precisamente en Ourense y Lugo, las provincias donde más riesgo tienen los populares de perder apoyos. Y ha preparado un vídeo en el que se le ve en ese periplo, con el eslogan "es gallego, ama Galicia".
Esto es, Rajoy ha vinculado directamente su futuro político al resultado que obtenga. Los críticos de su partido, que esperan un mal resultado para afilar sus cuchillos, lo iban a hacer de todas formas, y tal vez por eso, y porque las encuestas prevén que el PP podría recuperar la mayoría absoluta, él ha decidido arriesgar.
El líder de los populares se agarra así al clavo ardiendo del éxito en Galicia. Sería la única noticia positiva para el PP desde 2007, cuando ganó las municipales. Sólo así Rajoy podría enfrentarse con fuerza interna y tranquilidad al complejo proceso interno que supondrá la trama de corrupción que investiga el juez Garzón y el escándalo del espionaje en Madrid. Si logra la absoluta, Rajoy tendrá fuerza para hacer la limpieza que muchos de los marianistas le están reclamando y para exigir a Esperanza Aguirre o Francisco Camps que corten las cabezas que haya que cortar, señalan fuentes marianistas.
Por el contrario, si el PP gallego, dirigido por Alberto Núñez Feijóo, no logra el ansiado escaño 38 -en 2005 se quedó en 37 y el último, por Pontevedra, se escapó por sólo 8.700 votos- Rajoy quedará muy debilitado y ya sólo le quedará el cartucho de las europeas, en junio, pero en un ambiente interno muy complicado de gestionar. La única ventaja, señalan dirigentes próximos a Rajoy, es que sus rivales internos, especialmente Aguirre, están aún más debilitados que él, y por tanto no pueden en este momento presentar ninguna batalla.
"El resultado se presenta muy ajustado aunque confiamos en sumar y poder gobernar, pero está muy muy ajustado". Así resumen la situación los máximos responsables de la campaña socialista en Galicia, en virtud de los datos que cada 24 horas suministran los técnicos. La última oleada de datos la recibirán a última hora de la tarde de hoy.
El desapego de los electores socialistas se hace más evidente por el contraste que presenta con el electorado del PP, "con un grado de fidelidad casi absoluto", señalan los técnicos socialistas. Estos reconocen que hubo que dar a principios de semana un giro a la campaña de Emilio Pérez Touriño que consiste en el reconocimiento de los fallos que ha tenido en los últimos cuatro años el Gobierno bipartito y en la proclama de que "el cambio también está en rectificar".
Es una manera de hacer de la necesidad virtud. En efecto, desde la primera semana de campaña los socialistas apreciaron que buena parte de la sociedad gallega no está precisamente entusiasmada con la gestión del Gobierno de estos últimos cuatro años.
A los socialistas les preocupa no sólo que Rajoy se refuerce internamente en el PP con un éxito en Galicia, sino que en plena crisis económica utilice ese poderío, que los ciudadanos percibirían, para atacar con mucha más fuerza y eficacia cada miércoles a Zapatero en el Congreso de los Diputados, y para recordarse que los gallegos, los primeros en someterse a las urnas tras la crisis, le dieron un bofetón al PSOE.
Mientras, los populares admiten que la mayoría absoluta es muy difícil, pero son optimistas. Lo que más temen es la movilización de última hora de la izquierda desencantada que vota contra el PP. Precisamente la imagen moderada de Alberto Núñez Feijóo intenta evitar eso. Sin embargo, la suciedad de la campaña del PP -con denuncias de supuestos escándalos de derroche con gastos como el del coche del presidente, idéntico al que tiene Alberto Ruiz Gallardón, y con insinuaciones personales sobre el líder del BNG, Anxo Quintana- puede animar a última hora al electorado de izquierdas menos movilizado. De hecho, las últimas encuestas de ambos partidos detectan que está creciendo ligeramente esa movilización de la izquierda.
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