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Reportaje:CINE | Meryl Streep

La emoción hecha Mujer

Hoy puede ganar su tercer Oscar por su interpretación en 'La duda'. A punto de cumplir los 60 años, Meryl Streep continúa asombrando al público. La que está considerada como una de las mejores actrices de la historia nos recibe en Los Ángeles.

"He rodado seis películas en los últimos 18 meses. Nunca había hecho algo así, pero ¿quién no lo haría?
"He sido una privilegiada representando esas vidas tan interesantes a las que amo"

A su edad hasta las mejores actrices han caído en el olvido. "Podría estar muerta, enterrada o en una residencia de ancianos para actores con estas edades que tengo. Ahora y desde hace 20 años", ésta es la consciencia de Meryl Streep. Pero el pensamiento negativo no es el estilo de Meryl Streep, gran actriz, feminista convencida y aún mejor compañera de trabajo. Mary Luise Streep no puede dejar de reír. A los 59 años su posición es envidiable. En lugar de competir con Susan Sarandon, Annette Bening o Sigourney Weaver por esos pocos papeles que merecen la pena para mujeres que se acercan a los 60, Streep está entre las tres actrices más taquilleras del momento, sólo superada por Julia Roberts, y la reina de la acción, Angelina Jolie. Sus cinco últimos estrenos han recaudado en el mundo 1.000 millones de dólares (la superan los 1.200 de Roberts y los 1.100 de Jolie) y Mamma mia! es la única cinta protagonizada por una mujer que figura entre las 50 películas más taquilleras de la historia del cine.

En una habitación del hotel Four Seasons de Los Ángeles, con el balcón abierto mirando a las palmeras californianas, lo que proyecta Meryl Streep no es el brillo del dinero, tampoco la cegadora presencia de sus premios. Es la actriz más veces candidata al Oscar, 15 en total. Lo que aparece es la naturalidad hecha mujer, alguien que sabe reír con ganas y no deja de disfrutar de cada momento de su vida. "¡Si es que cada día me gusta más lo que hago!", comentó exultante hace unos meses en Grecia, donde rodó Mamma mia! En Los Ángeles, seis meses después y cerca de 600 millones de dólares de recaudación más tarde, Streep no hace más que repetir la misma frase. "Lo cierto es que no he tenido ni tiempo de pensar, porque enseguida acabé La duda y me puse a trabajar en Julie Julia. ¿Te puedes creer que he rodado seis películas en los últimos 18 meses? Nunca había hecho algo así, pero ¿quién no lo haría? Estos grandes papeles me han llegado de golpe y he tenido que hacerlos", agrega con un falso mohín mientras incluye en su listado el nuevo rodaje que comienza en febrero. "Y entre mis buenos propósitos del año está volcarme todavía más en lo que me gusta porque la vida es corta", agrega. Mientras habla no deja de jugar con su pelo, castaño de natural, pero hoy, como siempre desde que decidió ser actriz, rubio brillante. También alterna con el collar de perlas de Stephane o simplemente con su cuerpo, dándose una cariñosa palmada en el trasero cuando habla de sus "grandes" dotes. Streep se siente a gusto con su carrera y con la conversación y se abandona en esa túnica morada de seda de Donna Karan que viste para hablar del único temor que le asalta en estos días: los Oscar.

Con 15 candidaturas en el cuerpo, la última por La duda, es difícil creer que lo siga pasando mal. "También soy la gran perdedora", admite con tan sólo un par de estatuillas en su poder que datan de la prehistoria. De todas las que podían haber llevado su nombre, desde El cazador (1979) hasta El diablo viste de Prada (2006), pasando por La mujer del teniente francés (1981), Silkwood (1983), Memorias de África (1985), Tallo de hierro (1987), Un grito en la oscuridad (1988) Postales desde el filo (1990), Los puentes de Madison (1995), Cosas que importan (1998), Música del corazón (1999) o Adaptación (2002), la Academia sólo le concedió el galardón en 1980 con Kramer contra Kramer como mejor secundaria, y en 1983, con La decisión de Sophie. Ya han pasado 25 años desde entonces. "No me entendía ni mi madre. '¡Por qué no te gusta pasear por la alfombra roja! La gente daría lo que fuera por estar en tu posición ¡Disfruta!', me decía. Y estoy segura de que es maravilloso, pero… No es que me abrume el peso de los premios. Tengo mis propias inseguridades y la alfombra roja es una de ellas", resume. Así que Streep es humana y tiene sus puntos débiles que no le importa compartir. Porque como dijo este año al recibir el premio del Sindicato de Actores por La duda, "no hay tal cosa como mejor actriz. Tampoco es cierto eso de legendaria. Disfruto de una posición privilegiada desde la que puedo decir con toda certeza que no hay diferencias".

Streep atribuye su talante (y su talento) al hecho de que comenzó a trabajar nada más acabados sus estudios de arte dramático. "Y no he parado desde entonces. Por eso lo veo todo tan normal", asegura. Sin embargo, sus compañeros van más allá. "Me podría haber tratado como al chico de los cafés, pero no lo hizo", admitió Anne Hathaway, a su lado en El diablo viste de Prada y ahora, de igual a igual, candidata al Oscar como mejor actriz por La boda de Rachel. "Al principio intimida, pero es el nombre, porque ella es adorable, cálida y accesible", añadió Claire Danes, juntas en Las horas. Otros hablan de crucigramas en los largos ratos de espera en el rodaje. De cigarrillos compartidos o de confesiones más íntimas, como su terror antes de rodar, da igual que su primer trabajo en cine date de 1977 (Julia). "Es increíble su facilidad para entrar y para salir del personaje", le reconoce Lindsay Lohan. Improvisación, instinto, pero también una gran dedicación. "Se prepara con mucho esmero y eso no es posible si no has hecho los deberes", comenta Robert Redford. Chris Cooper añade a su instinto "una memoria fotográfica" con la que nunca olvida un diálogo. Carrie Fisher subraya su inteligencia. "Pero sobre todo ama a los personajes que interpreta", añade. "Todos dicen estas cosas, pero la culpa es de los periodistas por escribirlas", Streep se vuelve a reír tirando por tierra sus méritos. "Soy la primera que se olvida del texto (risas) y ¿cómo que no me siento intimidada? ¡Trabajo con tal cantidad de gente con talento!", añade.

La actriz tampoco oculta sus peleas con los directores, con Mike Nichols cuando pasó de ella para Lo que queda del día (filme que al final dirigió James Ivory); con Dino De Laurentiis cuando la insultó en italiano mientras probaba suerte como la belleza de la que se enamora King Kong, papel que fue entonces para una despampanante Jessica Lange, o en La duda, las discusiones con John Patrick Shandling por esas escenas que el director y dramaturgo quiso volver a rodar. "Todo porque había una sombra en el edificio. ¡Si en esa escena no puedes quitar la mirada de Viola (Davis)!", afirma para defender, todavía hoy, a su compañera de rodaje.

El resumen del fenómeno Streep lo ofrece Nora Ephron: "Su secreto es que nos interpreta mejor que nosotros mismos". Es decir, logra que la ficción sea más creíble que la realidad misma. "He sido una privilegiada, siempre representando esas vidas tan interesantes. Amo a todas las mujeres a las que he dado vida, gente tan diferente y a la vez tan atractiva", añade Streep. Da igual quien sea, la madre acusada de asesinar a su hijo en Un grito en la oscuridad o la jefa terrible de El diablo viste de Prada, a sus ojos siempre cuentan con esa cualidad que las hace interesantes. "Incluso la hermana Aloysius", dice en referencia a su papel en La duda. "En ella lo que más me interesa es la autoridad que impone su figura, el liderazgo que marca su presencia. Una especie de Jack Nicholson en Algunos hombres buenos. Pero mientras admiramos esas cualidades en un hombre, en una mujer no son tan bien vistas. ¿Por qué recordamos al Patton de George C. Scott como un gran líder y sin embargo pensamos que la hermana Aloysius es una bruja?". La duda se queda flotando en la habitación de ese hotel. Eso sí, junto a una sorprendente artista llamada Meryl Streep.

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