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Efectos de la crisis

El consumo privado y la inversión se desploman en el tramo final de 2008

- La caída de las importaciones compensa el deterioro de la demanda nacional - El INE confirma que el PIB retrocedió un 0,7% en el cuarto trimestre

Alejandro Bolaños

Se puede llegar al mismo sitio por caminos muy distintos. Y la economía española parece abocada a transitar la senda más abrupta. El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmó que el PIB cayó un 0,7% en el cuarto trimestre de 2008, lo que corrobora los pronósticos del Gobierno y enciende la luz roja de la recesión. Pero la letra pequeña revela una deriva aún más preocupante. El consumo y la inversión retroceden mucho más de lo previsto. Sólo la demanda externa explica que se alcance el mismo resultado global, pero tampoco hay aquí mucho consuelo: la mejora se debe al derrumbe de las importaciones, no a la buena marcha de las exportaciones.

Lo que sí permiten las grandes cifras es concluir que España aguantó el primer golpe de la recesión mejor que otras economías avanzadas, como deslizó el secretario de Estado de Economía, David Vegara. "No nos hemos comportado peor que las economías de nuestro entorno", afirmó en conferencia de prensa. Los datos avalan sus palabras: España fue la que menos perdió entre las cinco grandes economías de la zona euro (el PIB del área de la moneda única retrocedió un 1,2%). Y tampoco alcanza el promedio de los 30 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que ayer informó de una caída media del 1,5% al cierre de 2008.

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Pero cuando se rasca en las grandes cifras, aflora el empeño de la realidad por dejar en entredicho cualquier cálculo. Ni el Gobierno, ni el Banco de España ni los principales servicios de estudios apreciaron en su dimensión la caída en la demanda nacional.

El consumo de los hogares (-2,3% respecto al cuarto trimestre de 2007) y la inversión (-9,3%), dieron marcha atrás a un ritmo equivalente ya al de la recesión de 1993. Eso se tradujo en que la demanda nacional sustrajo al crecimiento del PIB tres puntos porcentuales, más de lo esperado: el Banco de España, por ejemplo, vaticinaba que la demanda interna sólo quitaría 2,4 puntos y que el consumo privado retrocedería un 1,5%. Menos acertaron los 14 analistas del panel recopilado por la Fundación de Cajas de Ahorros, que esperaban una caída del 1,2% en el consumo de las familias.

Idéntica lectura se puede extraer de la inversión. Con la construcción en viviendas cayendo a ritmos históricos (un 20%) y la inversión en bienes de equipo anticipando un parón de la actividad aún mayor (-9,7%), las estimaciones volvieron a quedarse muy cortas. El reflejo en el cuadro económico del Gobierno es nítido: el crecimiento medio de 2008 (no hay detalle trimestral) se queda en el 1,2%, como se había pronosticado. Pero la composición no tiene nada que ver: si el Ministerio de Economía auguraba una aportación de la demanda nacional de 0,7 puntos porcentuales al crecimiento de 2008, al final apenas ha llegado a 0,1. La demanda externa, por el contrario, ha doblado su aportación.

"Lo que nos dice la descomposición de los datos es que el ajuste está siendo mucho más brutal de lo que esperábamos", comenta Carlos Maravall, de Analistas Financieros Internacionales, "hay una purga muy intensa de la deuda que hemos contraído con el exterior". En una charla en Bilbao, el director del servicio de estudios de La Caixa, Jordi Gual, también relacionó el brusco deterioro de la demanda nacional con "el exceso de gasto de las familias y las empresas" acumulado en los últimos años.

El comportamiento de la demanda externa (su aportación es positiva porque las importaciones caen un 13% y las exportaciones sólo un 8%) plantea alguna sombra más: según los últimos datos, la recesión de la zona euro, que absorbe el 66% de las ventas españolas, también desborda las previsiones. "Es obvio que eso no es una buena noticia", concedió Vegara.

El secretario de Estado de Economía insistió en que el Gobierno mantiene su previsión de que el PIB retrocederá un 1,6% en 2009. Y relacionó el intenso deterioro del mercado laboral -España tiene ya la tasa de paro más alta de la OCDE-, con el frenazo en seco de la construcción. "El 90% de la destrucción de empleo se concentra en este sector", sostuvo.

El desmesurado crecimiento del paro, mucho mayor que en cualquier otro país avanzado, también se refleja en la distribución de las rentas. El repunte del desempleo se dejó sentir en la remuneración de los asalariados, y el contraste con el avance de los beneficios empresariales (1,6% frente a 4,8% en variación nominal) fue, en el cuarto trimestre, más acusado de lo que es habitual en los últimos años.

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