"Tuve la suerte inmensa de no perecer"
Supervivientes de la matanza de Gaza en 2002 recuerdan la tragedia
El 22 de julio de 2002, alrededor de la medianoche, Raed Mattar dormía en una habitación de su casa de la ciudad de Gaza junto a su esposa y tres hijos. Su hermano Rami acababa de cenar y se disponía a rezar. "Vi una luz roja por la ventana. No recuerdo más", comentaba ayer Rami. Raed sólo sabe que apareció en el balcón de la casa tras un tremendo impacto en el techo. Nunca perdió la consciencia. "Me enteré nueve horas después, en el hospital, de que mis hijos -Dalia, 5 años; Mohamed, 3; y Ayman, 1- habían muerto. También mi hermana Alaa, de 10 años; mi esposa, Eman, de 23, y mi abuela Mariam, de 65". Rami supo una semana después que su hija, Dina, nacida 65 días antes de la explosión, había fallecido.
Una bomba de una tonelada lanzada por un piloto israelí desparramó esos siete cuerpos varios metros a la redonda. Querían matar, y mataron, a un líder de Hamás. Quien anduviera en las cercanías resultó irrelevante para los siete dirigentes políticos y mandos militares que ordenaron la agresión, y que ahora son investigados en la Audiencia Nacional. "El rescate de alguno de los cadáveres se prolongó dos días entre los escombros del edificio de tres plantas, del que sólo quedó el esqueleto", dice Raed, que todavía habla de su fortuna: "Tuve una suerte inmensa de no perecer como toda mi familia".
Otros siete vecinos inocentes murieron al instante. De la casa de Salah Shehade, jefe militar del brazo armado de Hamás, no quedó nada. "No sabíamos que Shehade vivía a nuestro lado. Después nos enteramos de que se había trasladado allí sólo una semana antes", recuerda Raed, un funcionario de 35 años. Rami, tres años menor que Raed, es profesor de escuela y desde entonces padece jaquecas. Le operaron de una fractura craneal y de una hemorragia cerebral. Pero en cuanto se recuperaron, decidieron acudir a la Justicia. En primer lugar, ante los tribunales israelíes. Nada que hacer. La Corte Suprema falló en diciembre que no había lugar a la querella por crímenes de guerra. Ahora, los Mattar perseveran en España. "Somos moderadamente optimistas. El objetivo es que los criminales sean condenados para que los israelíes no cometan este tipo de ataques. Es importante que las víctimas acudan a los tribunales para que se acabe la impunidad". Sin embargo, los bombardeos contra edificios habitados por civiles han sido la norma en la reciente guerra que ha devastado Gaza. "No es de extrañar. Continuarán haciéndolo mientras no sean castigados. No somos de Hamás. Estamos en contra de los ataques contra civiles, palestinos o israelíes", aseguran.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Franja Gaza
- Justicia universal
- Derecho internacional
- Audiencia Nacional
- Genocidio
- Crímenes guerra
- Conflictos diplomáticos
- Cisjordania
- Territorios palestinos
- Ordenamiento jurídico
- Conflicto árabe-israelí
- Israel
- Delitos contra Humanidad
- Tribunales
- Geopolítica
- Poder judicial
- Política exterior
- Oriente próximo
- Relaciones internacionales
- Asia
- Delitos
- España
- Proceso judicial
- Conflictos
- Justicia