El veneno de crecer
En 1999 llegó el momento en que Manuel Gómez Pereira se empeñó en huir de sí mismo, tras haber convertido la herencia de la comedia postransicional, variante Colomo, en ambicioso -y, a veces, aparatoso- modelo de cine espectáculo, con sentido del star system y capacidad de imantar taquillas. Le salió Entre las piernas, una película esquinada, áspera, extravagante, pero recorrida por una alucinada poesía que casi nadie pareció apreciar. Confiesa este crítico sin rubor su especial debilidad por esa película, que parecía avanzar por los desfiladeros de lo improbable sin miedo a estrellarse, sin miedo, tampoco, al ridículo: era Entre las piernas una suerte de revisión venérea de ciertas estrategias filohitchcockianas que convertía en piel del espectáculo toda esa carga psicosexual que en la obra del maestro del suspense era inquietante subtexto.
EL JUEGO DEL AHORCADO
Dirección: Manuel Gómez Pereira.
Intérpretes: Clara Lago, Álvaro Cervantes, Abel Folk, Adriana Ugarte, Victòria Pagès, Víctor Valdivia.
Género: thriller. España, 2008.
Duración: 113 minutos.
Cuando volvió a la comedia, Gómez Pereira ya no era (o no quería ser) el mismo: sus sucesivos trabajos en el género parecían marcados por el empeño de encontrar un nuevo tono; empeño que recaló, puntualmente, en lo que podría llamarse el tradicional toque Gómez Pereira con Reinas (2005), una película a la que quizá se le podían reprochar muchas cosas, pero no insuficiencias en carisma y fluidez narrativa.
El cineasta ha tardado tres años en volver a colocarse tras las cámaras y su nuevo trabajo revela que su búsqueda sigue en marcha: adaptación de la novela que reveló a la joven escritora Imma Turbau -y que este crítico reconoce no haber leído-, El juego del ahorcado es un regreso al thriller y, a primera vista, un firme repudio a las claves dramáticas y estéticas que entraron en juego en Entre las piernas. También puede resultar confuso e inexacto hablar de thriller: El juego del ahorcado es, también, relato de iniciación con esqueletos en el armario, crónica de tránsito entre la infancia y esa vida adulta que desvelará subtextos de posesión, crueldad y dependencia donde la adolescencia sólo había experimentado gozoso descubrimiento sensorial y la conquista de una identidad. Clara Lago y Álvaro Cervantes se entregan a sus respectivos papeles de femme fatale accidental y doliente chivo expiatorio con energía, verdad y convicción, mientras Gómez Pereira coloca frialdad y un autocontrol que a veces parece inercia -o una inercia que algunos pueden considerar autocontrol- donde en Entre las piernas había colocado fuego y enfebrecido ímpetu.
Hubiese preferido este crítico que el cineasta no fuese tan prudente, que se hubiese intoxicado de esa turbulenta pasión que mueve, aunque sea al abismo, al personaje de Álvaro Cervantes.
Babelia
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