"Tranquila, Maite, que tu alfombra no se ha mojado"
Son las 12.30 y la calle Gordóniz de Bilbao parece una calle, que no es poco. 24 horas antes, anegada por el agua y el lodo que bajaba de Betolaza, de Uretamendi, del Peñascal, de Larraskitu, del monte Arraiz, la principal arteria del bilbaíno barrio de Rekalde parecía cualquier cosa salvo una avenida: un río, un arroyo, acaso una torrentera... Hoy, desactivadas las alarmas y pasado el susto, Bilbao trata de retomar el pulso a la normalidad. Pero el barro no ha acabado de irse de la calle Gordóniz, posiblemente la más afectada por la lluvia torrencial de la víspera. En borrar su rastro se afanan decenas de comerciantes. Algunos, la mayoría, han subido la persiana; otros, los más castigados por el fango, han optado por dedicar otro día a la limpieza y posponer la reapertura hasta que las condiciones higiénicas sean otras.
Azkuna anuncia "reflexión y obras" para rebajar el riesgo de riadas
A las 8.30 han abierto su estanco Javier y Mari Carmen. El aviso de los servicios municipales les concedió la media hora que necesitan para poner el género a salvo. El barro apenas alcanzó en su local los 15 centímetros de altura. "Nada que ver con lo del 83. El agua alcanzó aquí el 1,70. Desde entonces sólo recuerdo uno o dos episodios como el de ayer", apunta Javier. "Pues nosotros estamos gafados: en un año, tres inundaciones", protestan Mari Carmen y Lorea mientras tratan de poner orden y limpieza en el negocio en el que trabajan, Decoraciones Aiestaenea. "Primero, una tubería averiada; en junio, la tromba que tantos problemas causó en Getxo; y ahora, esto", se queja Mari Carmen. Pese a localizarse sólo a un par de números del estanco, el barro alcanzó en su local los 40 centímetros. "Hemos perdido bastante género", dice Lorea.
El negocio permanece cerrado, pero la puerta está abierta. Las clientas se asoman para, con cuatro o cinco palabras, trasladarles su solidaridad. Una hace un gesto con la cabeza que Mari Carmen descifra al vuelo. "Tranquila, Maite, que tu alfombra no se ha mojado. La guardamos a tiempo", le dice. "Acabábamos de poner suelo nuevo", se lamentan. "El Ayuntamiento nos avisó ayer con algo de antelación, y los servicios de limpieza nos echaron una mano en el momento más delicado", concede Mari Carmen, "pero es la tercera vez que esto ocurre en un año. Alguna solución habrá que buscar, ¿no? No sé cuál, pero no es normal que cada vez que llueva tengamos que vivir aterrorizados", protesta.
El desconcierto de Mari Carmen era indignación en la Asociación de Vecinos de Rekalde, que ha convocado una concentración de protesta (viernes, 19.30, Plaza de Rekalde) "cansados de habernos convertido en personas de segunda para el Ayuntamiento". El colectivo denuncia que proyectos "faraónicos" impulsados sin el consentimiento del barrio ("chalets de lujo, la Super Sur, Variante ferroviaria o segunda fase de Zabalgarbi") han motivado "movimientos de tierra" y "voladuras" que han modificado el curso natural del río Elguera, con "el consecuente embudo en que se ha convertido el barrio".
El alcalde, Iñaki Azkuna, hizo balance del día que Bilbao volvió a vivir peligrosamente. "El Ayuntamiento, con la Diputación, seguiremos reflexionando y ejecutando obras para mejorar la situación en la medida de lo posible", dijo. Azkuna tuvo palabras de elogio para los servicios municipales y de agradecimiento para los comerciantes y responsables de los colegios desalojados por "haber actuado tan rápido". Y se felicitó por que la Ría "no se haya salido de madre, aunque en Zorrozaurre estuvo a quince o veinte centímetros" de hacerlo. Por otra parte, el mal tiempo ha obligado al Ayuntamiento a suspender la Semana por la Paz, cuya carpa fue retirada dos veces en cuatro días por las diferentes alertas. Se mantienen los actos previstos para el sábado, la globada por la paz y la manifestación convocada por Gesto por la Paz.
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