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La Cámara de Representantes aprueba el plan para la reconstrucción de EE UU

El proyecto prevé otra gigantesca inyección de dinero público contra la crisis

Antonio Caño

La Cámara de Representantes de EE UU aprobó anoche, por 244 a 188 votos, una histórica ley para el crecimiento económico que pretende atajar la crisis actual y, al tiempo, reconstruir el país para la siguiente generación. El proyecto, piedra angular de la presidencia de Barack Obama, inyectará en los próximos años 825.000 millones de dólares (unos 650.000 millones de euros) en la economía con el propósito de resucitar las empresas que ahora quiebran en cadena y ayudar con dinero del Estado a las principales víctimas de esta dramática situación.

Para los conservadores, ésta es una ley socialista que impondrá el modelo europeo de Estado del bienestar y que cambiará para siempre EE UU. Según la Casa Blanca, es un esfuerzo imprescindible para crear empleo y hacerlo de una manera -aprendiendo de errores pasados- que permita un largo y sólido periodo de prosperidad.

"La mayoría del dinero que estamos invirtiendo como parte de este plan", dijo ayer Obama, tras reunirse con los jefes ejecutivos de algunas de las principales empresas, "saldrá inmediatamente e irá directamente a la creación de puestos de trabajo, y la mayoría de esos puestos se crearán en el sector privado. Pero también haremos inversiones importantes en energías alternativas y carreteras más seguras, en mejor atención sanitaria y escuelas más modernas, porque esas son las bases del crecimiento y la prosperidad a largo plazo, porque así es como Estados Unidos mantendrá y aumentará su capacidad de competir en el siglo XXI".

Estas palabras no han convencido a muchos republicanos, que, pese a todos los puentes tendidos por el presidente, siguen creyendo que esto es un proyecto esencialmente demócrata que intenta garantizar la supremacía política del partido en el Gobierno por varias décadas. En alguna medida tienen razón: si este ambicioso programa funciona -y no son pocos los pronósticos pesimistas-, Obama puede ser aclamado como un salvador de la patria.

Aún hay tiempo, sin embargo, para hacer esta ley más del gusto de los republicanos y conseguir que el respaldo final sea mayor. El Senado votará la próxima semana una versión corregida del proyecto que anoche salió de la Cámara de Representantes. Ambas cámaras tendrán que conciliar, luego, el texto que será definitivamente presentado a Obama a mediados de febrero.

La versión votada ayer incluye 550.000 millones de dólares en nuevos gastos y 275.000 millones en impuestos que el Estado renuncia a cobrar para dejar ese dinero en el bolsillo de los ciudadanos con la esperanza de que lo gasten en consumir. Los republicanos sólo creen en las reducciones fiscales como impulso económico y quisieran que el plan de estímulo se limitara a una gigantesca rebaja fiscal. Los demócratas tienen previsto aumentar en el Senado la parte de reducciones de impuestos en la ley, pero difícilmente pueden llegar a satisfacer las pretensiones de sus rivales.

Para Obama y los demócratas esta ley es, ciertamente, una gran oportunidad para llevar a la práctica su política económica y su visión del país. Los expertos han detectado algunos excesos -los 200 millones de dólares para los anticonceptivos, los 300 millones para la atención de enfermedades de transmisión sexual- que van a ser retirados y que demuestran que el nuevo presidente no se ha podido distanciar tanto como prometía de los intereses partidistas y de los métodos tradicionales de hacer política. Cada congresista aprovecha la lluvia de dinero para barrer a favor de su electorado o de su causa.

Pero la filosofía que hay detrás de este plan es la de una nueva manera de entender la expansión económica, para la que no sólo se confía en el consumo privado sino también en el Estado, y para la que se reclama la responsabilidad de todos, del Gobierno con el bienestar de las empresas y de los empresarios con las necesidades nacionales.

"Las empresas", declaró ayer Obama, "tendrán que aceptar sus propias responsabilidades con sus trabajadores y la sociedad. Pero esos ejecutivos también comprenden que, sin un liderazgo adecuado en Washington, incluso los negocios mejor dirigidos no tienen tanto éxito como podrían".

A cambio, el presidente prometió ayer que ese nuevo liderazgo en Washington estará sometido a "nuevas medidas de control y transparencia", y que se crearán los instrumentos adecuados para que el público sepa en cada momento cómo se gasta la escandalosa suma que el Gobierno va a tener en su mano. Uno de esos nuevos instrumentos será una página web (www.recovery.gov), a través de la cual los ciudadanos puedan seguir detalladamente el rumbo de sus 825.000 millones de dólares.

Barack Obama,   durante una reunión con los ejecutivos de grandes empresas en la Casa Blanca.
Barack Obama, durante una reunión con los ejecutivos de grandes empresas en la Casa Blanca.AFP

Plan de salvamento

- Inversión total: 825.000 millones de dólares (unos 635.000 millones de euros).

- 318.000 millones en ayuda e inversión local y estatal.

- Inversiones totales en energía y educación: 365.000 millones (141.000 millones para escuelas y 52.000 millones para programas de energías renovables y deducciones fiscales para empresas que operen con energías renovables).

- Desarrollo de carreteras, infraestructura ferroviaria y proyectos similares: 90.000 millones de dólares.

- Ayudas a desempleados y a personas sin cobertura sanitaria: 180.000 millones.

- Bajada de impuestos para la clase media: 140.000 millones de dólares.

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