Espléndidos secretos
Está de moda decirlo: el género documental descubre aspectos de la vida que no están al alcance del cine de ficción, y en España se realizan muchos y muy buenos. El documental le puede al cine tradicional en libertad de expresión y en capacidad para acercarse a la vida real. Es vigoroso, necesario, y a menudo sorprendente. Ahí están como muestra los cuatro que la próxima semana se disputarán el Goya del año: Bucarest, la memoria perdida, conmovedor tributo filial a Jordi Solé Tura (unos 5.000 espectadores en taquilla); El último truco, reconocimiento al genio creador de peculiares maquetas cinematográficas por las que fue codiciado en otros países, Emilio Ruiz del Río, que falleció durante el rodaje del documental (cien espectadores); El pollo, el pez y el cangrejo real, relato apasionado de las andanzas del cocinero Jesús Almagro por ganar el Premio Bocusse D'Or (algo más de 1.000 espectadores); y Old man Bebo, otro retrato admirativo, esta vez sobre el genial músico cubano Bebo Valdés (aún sin estrenar).
A pesar de que estos documentales son espléndidos, ninguno ha conquistado la taquilla. Muy pocos cines quieren proyectarlos, y aún son menos las televisiones en que logran emitirse, como si la gloria del género no abriera puertas.
Otras injusticias
Además de estos cuatro al borde del Goya, muchos otros documentales se están quedando injustamente en el arcén. Por citar algunos, Hollywood contra Franco, fundamentado trabajo sobre la actitud de Estados Unidos y las gentes de su cine respecto a la Guerra Civil española, posturas variantes según la coyuntura de intereses políticos o comerciales; está narrado con sabio sentido del cine, premiado en festivales y, sin embargo, a ningún distribuidor parece interesarle. O Mónica del Raval, retrato de una prostituta gorda, desdentada y barata, tan feliz de haberse conocido como lo están sus clientes habituales, enclavados todos en un ambiente sórdido, no exento de encanto y humor. O Flores de luna, recordatorio de aquellas chabolas del madrileño Pozo del Tío Raimundo que fueron ejemplo de resistencia en el franquismo, y que hoy son testimonio de "una sociedad desmemoriada, insolidaria y autocomplaciente", como escribió Almudena Grandes...
Hay más y más documentales que continúan sin oportunidad de ser conocidos por el gran público, desorientado éste ante tanta y tan confusa oferta. Por si fuera poco, se asegura en medios del cine que hay distribuidoras que exigen dinero por adelantado para incluir en sus listas películas españolas. Y que los documentales, ni mirarlos.
Babelia
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