La falta de camas agrava la situación en urgencias, según los sindicatos
En algunas zonas del Clínico no hay tomas de oxígeno para todos los pacientes
"¿Hoy? Hoy estamos bien. Esto que ves es lo habitual". Cuatro trabajadores más del hospital Clínico asienten. Lo normal, para esta médica de urgencias y sus compañeros, es que en la sala A, la de agudos, en lugar de los 18 pacientes para los que fue diseñada, traten de descansar 25. A centímetros unas camillas de otras. La semana pasada, 12 enfermos abarrotaban los pasillos de urgencias del 12 de Octubre. Estos dos centros (tienen asignados 1,4 millones de personas) serán el principal objetivo de la investigación del Defensor del Pueblo.
"Aquí hemos tenido metidos a más de 40 enfermos", dice la médica, como para restarle importancia a la estampa: al no haber tomas para todos, algunos pacientes están conectados a una bala de oxígeno. Si alargan un poco la mano tocan al vecino de al lado. Alguna camilla se sale del espacio asignado y ocupa parte de la zona de paso. La sensación es de hacinamiento.
"La gripe es perfectamente previsible", asegura un médico
Pero es cierto lo que dice la Consejería de Sanidad: ayer no había camas en los pasillos del Clínico. Y no las hay, dicen los sindicatos, desde hace unas cuantas semanas. Aseguran que el consejero de Sanidad envió una instrucción a los gerentes de los hospitales tradicionales para que no se pudiera encontrar ni una sola cama en un corredor. "Para cumplirlo, los pacientes quedan hacinados en la sala A o se habilita una quinta cama en habitaciones de cuatro, donde 12 o 15 pacientes comparten un solo baño", dice José Ángel Romero, del Movimiento Asambleario de Trabajadores de la Sanidad (MATS).
Si esa instrucción también afectaba al 12 de Octubre, el gerente no hizo los deberes la semana pasada. Cuando EL PAÍS visitó sus urgencias, el 13 de enero, encontró 12 camas y sus correspondientes ocupantes -muchos ancianos; algunos con 24 horas de estancia- en los pasillos. Para identificarlos, sobre sus camillas había carteles: "pasillo 1", "pasillo 2", "mostrador 1" y hasta "puerta 1", porque estaba situada, efectivamente, en una de las puertas de entrada. Los boxes (salas), en principio individuales, se habían doblado o triplicado, para desesperación del personal sanitario. La Comunidad aseguró que el colapso era puntual y lo atribuyó a la epidemia de gripe.
Pero con gripe o sin ella, lo cierto es que la saturación de las urgencias de los grandes hospitales madrileños parece no tener solución. "Es un problema crónico, eterno", asegura Manuel Rodríguez, portavoz de sanidad de CC OO. "Es raro el día en que las urgencias no tengan ocupadas todas las camas. Siempre están a tope y a veces se desbordan". ¿Y qué provoca el problema, más allá de un pico de gripe? El déficit de camas en Madrid, asegura CC OO y también UGT. "El consejero no puede cerrar ni una cama mientras tenga ciudadanos hacinados en los pasillos", afirma Carmen López, secretaria de políticas sectoriales de UGT. "La apertura de 2.000 camas de los nuevos hospitales no es real porque se han cerrado en los tradicionales. No hemos ganado más que un centenar".
"La gripe viene todos los años y es perfectamente previsible", critica Marciano Sánchez-Bayle, médico y presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid. El colapso "está enquistado en algunos hospitales y no debería ser así, cuando se ha hecho una inversión tan tremenda en sanidad".
"Va a haber gente en los pasillos siempre. No hay solución", se lamenta Rodríguez, de Comisiones. "Hay que inculcar un uso racional de la urgencia". Sánchez Bayle cree que sí hay remedio: mejorar la atención primaria, crear puntos de urgencias fuera de los hospitales y, de nuevo, más camas para "drenar a los pacientes que se acumulan". No parece que el colapso sea algo puntual o atribuible a una epidemia. Sólo el año pasado, este periódico fotografió camas en los pasillos de La Paz en febrero, en julio y en noviembre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.