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Análisis:La crisis en clave valenciana
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una caja con telarañas

Convengamos que el Consell y su presidente tienen una decidida voluntad de afrontar la crisis económica adoptando medidas que, hasta dónde sea posible, contribuyan a paliar el pavoroso desempleo que crece y crece en la Comunidad Valenciana. Convengámoslo así, porque, de no hacerlo, la conclusión sería que estamos gobernados por unos sujetos indeseables, lo que no es el caso. El vicepresidente económico Gerardo Camps viene desplegando una actividad frenética (y sorprendente en él) para intentar trasladar a los ciudadanos la impresión de estar seriamente implicado en la lucha contra la crisis. Tanto que, en ocasiones, da la impresión de ser víctima de un auténtico estrés informativo. Episodio que le hace repetir una y otra vez los mismos proyectos con el inconfesado propósito de ver si un plan de 200 millones de euros, repetido 200 veces, acaba por ser visto como una inyección económica de 40.000 millones. Y no es eso.

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El Consell anuncia planes contra la crisis sin garantía de financiarlos

Camps (Gerardo) ha anunciado en siete días un esfuerzo extrapresupuestario cercano a los 700 millones a través de dos planes. Como en las arcas autonómicas, además de telarañas, sólo abundan las facturas impagadas a proveedores de toda clase y condición, el vicepresidente se ha limitado a exhibir un vademécum no muy extenso de medidas -algunas viejas y otras no tanto- voluntaristas sin ningún respaldo económico que queda fiado al albur del acuerdo sobre financiación autonómica que, paradojas de la vida, defiende el esforzado consejero de economía catalán, Antoni Castells, y del que nos beneficiaremos, entre otros, los valencianos, en una curiosa, singular e involuntaria aplicación de la cláusula Camps que tanta gloria política dará a su inventor. Lamentablemente, el dinero que vaya a paliar los efectos de la crisis no se podrá destinar a educación, sanidad o bienestar social. Es lo que tiene ser la autonomía más endeudada de España.

Del presidente Camps se supone que está preocupado por las crisis. Si a Zapatero le ha costado lo suyo reconocer la realidad, está por ver que el presidente de la Generalitat haga lo propio. En sus reuniones con los líderes de la oposición ha insistido más en temas secundarios como los trasvases o las infraestructuras que en la situación económica. Y lo mismo se comprobó tras su entrevista con su homólogo murciano Ángel Luis Valcárcel, al final de la cual se dedicó con fruición a practicar la política de salón que más le gusta; Cargar contra el gobierno socialista. Práctica esta habitual y preocupante. Maurice Duverger ya explicó como algunos cargos públicos tienden a atribuir sus propios fracasos a un enemigo exterior. Camps es un maestro en este campo.

Convengamos, pues, en que hay más voluntad de utilizar la crisis para deteriorar al Gobierno de España, sin que por ello podamos decir taxativamente que no hagan lo poco que pueden en intentar hallar alguna solución.

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