Solbes admite que el déficit público será "sustancialmente" peor en 2009
El saldo negativo superó el 3% del PIB en 2008 por las medidas anticrisis - El diferencial de la deuda española con la alemana se amplía a casi un punto
Cuando empezó la crisis financiera, los bancos españoles figuraban en todas las quinielas sobre futuras quiebras. No hay bancarrotas por el momento, pero ahora que las turbulencias han mutado en una recesión global reaparecen los sospechosos habituales: esta vez son la economía y las finanzas públicas españolas las que están en el ojo del huracán. Los mercados dieron ayer dos avisos ante la posibilidad de que la crisis golpee con más virulencia a España que a otros países. La Bolsa fundió las ganancias del arranque del año. Y el diferencial de la deuda pública española respecto a la alemana -que da la medida de la desconfianza de los inversores- se amplió ayer de nuevo ante las suspicacias de las agencias de calificación crediticia por el deterioro de las cuentas públicas del Estado y la reaparición del déficit, que se disparará en 2009.
Para S&P, España viaja en el mismo furgón que Grecia, Portugal e Irlanda
Ese deterioro es innegable, pero no es una singularidad de España. Los Gobiernos europeos han puesto en marcha planes multimillonarios para tratar de suavizar la crisis, que a la postre supondrán más deuda pública y más déficit. Bruselas anunció ayer que no sancionará a los Estados que superen el tope teórico de déficit (el 3% del PIB) ante la necesidad de suavizar la crisis. Con el paro avanzando a toda velocidad, España ya está por encima de ese listón. El activismo del Estado -82 medidas que suponen un gasto de unos 20.000 millones, un 2% del PIB- persigue lo mismo que otros planes anticrisis europeos, tratar de evitar un hundimiento. La contrapartida es el final de un largo periodo con las cuentas públicas saneadas: el vicepresidente Pedro Solbes reconoció ayer que el déficit público superó con creces el 3% del PIB en 2008, al mismo tiempo que advirtió que este año el déficit será "sustancialmente mayor".
El presidente José Luis Rodríguez Zapatero avanzó hace unos meses que el déficit estaría en una horquilla del 3,5% al 4,2% del PIB en 2009. Las palabras de Solbes -y el rápido empeoramiento de la situación- sugieren que la cifra final será aún peor. Fuentes del ministerio admitieron ayer que se baraja un escenario de números rojos para los años 2008, 2009 y 2010. A partir de ahí, el desfase entre ingresos y gastos bajará, puesto que algunas de las medidas tienen esa fecha de caducidad. Solbes resolverá buena parte de las incógnitas el próximo viernes, en la presentación del nuevo cuadro macroeconómico, en el que revisará a la baja el crecimiento de 2009. La última previsión -ya desfasada- sugería un avance del 1%. Los analistas son mucho más pesimistas: esperan una caída superior al 1%.
España afronta la crisis en una situación de partida favorable. La deuda pública está en torno al 40% del PIB, cuando la media europea supera el 60%, lo que otorga un margen de maniobra sustancial. Aun así, no consigue escapar de los recelos: Standard & Poor's (S&P) confirmó ayer la "vigilancia negativa" sobre España, en la misma situación que Portugal, Irlanda y Grecia, lo que motivó la ampliación del diferencial de la deuda española sobre la alemana hasta casi un punto. La deuda española se paga a casi el 4%, y la alemana a casi el 3%. Países como Reino Unido, con un reventón inmobiliario y un parón de la actividad parecidos al de España y con un plan anticrisis aún más ambicioso por las quiebras bancarias, no han recibido ningún aviso y conservan la máxima nota. "Lo normal es que las agencias empiecen con los más débiles, pero acaben rebajando la calificación también a los grandes países", explicó José Carlos Díez, de Intermoney.
Las otras agencias -Fitch y Moody's- mantienen su nota para España. Frente al varapalo de S&P, el analista de Moody's Alexander Kockerbeckun afirmó ayer que el saneamiento actual de las finanzas públicas "da al Gobierno español la posibilidad de reaccionar". Siempre que la crisis no se desboque, claro.
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