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La pesca furtiva amenaza al 'bogamarí'

La pesca furtiva y los fines industriales amenazan la existencia en las costas de la comarca de La Marina Alta del erizo de mar o bogamarí, considerado uno de los patrimonios gastronómicos y marinos más importantes de la Comunidad Valenciana y, ahora, en grave en riesgo de desaparición por la acción indiscriminada de estos pescadores clandestinos.

Por ese motivo, la Policía Local de la ciudad de Xàbia, litoral donde se localiza la mayor colonia de esta codiciada especie de erizos de mar, ha intensificado la vigilancia en la costa a lo largo del último año con resultados altamente significativos: se han realizado seis confiscaciones a buceadores o usuarios de embarcaciones que habían capturado de forma ilegal 380 ejemplares de esta especie, según datos facilitados por el concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Xàbia, el socialista Rafael Bas.

Normativa estricta

Desde hace unos años, la Generalitat aplica una normativa muy estricta para evitar que el erizo, un manjar muy apreciado por sus propiedades y consumido como una tradición durante generaciones en La Marina, acabe esquilmado en el litoral. En este sentido, su captura solo está permitida tres meses al año -diciembre, enero y febrero- y siempre que se aprese mediante artes tradicionales o desde barcas que tengan licencia de pesca.

Sin embargo, estas restricciones no han hecho mella en los pescadores furtivos y se violan muy a menudo. Bas reveló incluso que en un solo día se produjeron dos confiscaciones a los mismos buzos: "La primera, los pescadores furtivos mantuvieron un altercado con los agentes, a los que insultaron, y esa misma noche volvieron a ser descubiertos cuando intentaban una segunda extracción ilegal con alevosía y premeditación". "Si no fuera por el reglamento y por la vigilancia policial, el bogamarí hubiera desaparecido por culpa de personas con muy poca catadura moral", añade Bas.

El concejal precisó que en ninguna de las confiscaciones se han visto implicados vecinos de Xàbia, "lo que demuestra la concienciación que existe en la población sobre la necesidad de proteger una especie muy vinculada a su historia gastronómica, hasta el punto de que son los propios ciudadanos los que colaboran con la policía a la hora de denunciar estas prácticas furtivas".

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