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Reportaje:

Luz en las sombras del expolio nazi

Los museos holandeses inician un ambicioso inventario de sus colecciones de arte - Se estudiará el origen de 100.000 obras que pudieron ser robadas a los judíos

Isabel Ferrer

En contra de lo que se creía, el expolio nazi de obras de arte poseídas por los judíos europeos empezó antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Ya desde la subida de Hitler al poder, en 1933, muchos tuvieron que venderlas o abandonarlas para escapar del horror que se les venía encima con la fuerza devastadora del odio. Aunque los herederos de las víctimas han recuperado algunas piezas durante los últimos sesenta años, la Asociación Holandesa de Museos ha decidido desterrar de una vez por todas la sombra de la duda del expolio que sobrevuela un país que pemaneció bajo el yugo nazi la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial. Para ello ha emprendido una titánica tarea; elaborar la lista definitiva del arte robado que pudiera aparecer aún en sus colecciones.

El expolio comenzó en Europa ya desde la subida de Hitler al poder en 1933
"Muchos de los descendientes siguen vivos", asegura el coordinador

En la investigación participarán unos 400 museos, es decir, casi todos los nacionales, regionales y municipales del país. El inventario se publicará en 2013. Entonces se habrán resuelto las dudas acerca del origen de más de 100.000 cuadros, muebles, porcelanas y otros objetos artísticos. Además de adelantar el inicio del periodo analizado a 1933, se estudiarán colecciones privadas asumidas por las salas públicas. "La intención no es denunciar compras ilegales por parte de las autoridades. Tampoco oscuras transacciones a la baja de particulares para hacerse con el arte arrebatado a sus dueños legítimos. En ambos casos, la mayoría adquirió de buena fe obras que iban apareciendo tras la contienda. Es un último y gran esfuerzo para salir de dudas sobre obras que pudieran estar todavía en entredicho. Trazaremos la historia de las colecciones públicas con ayuda del ministerio de Cultura, que financia el estudio. El Estado lo ve su responsabilidad", señala Siebe Weide, director de la Asociación Holandesa de Museos.

Encantado con la buena disposición de sus miembros, que apoyaron el inventario en una asamblea general, Weide se muestra a la vez cauteloso cuando aborda el delicado tema de las restituciones de obras a los descendientes de los judíos del Holocausto. "La Asociación dispondrá las preguntas y el método adecuado para observar las colecciones de arte. También comprobaremos que todo se haga bien. Contestar las demandas de devolución es otra cosa. Entienda que los museos son nuestros miembros. Así que es mejor guardar cierta distancia sobre un aspecto, que por otro lado, compete al Gobierno". La posibilidad de que esta lista ponga el punto final a este tipo reclamaciones, le lleva a guardar una distancia exquisita. "El debate sobre la restitución del arte expoliado por los nazis es internacional. Es un asunto antiguo, pero no tanto, porque muchos descendientes de los dueños legítimos siguen vivos. No me imagino que el Gobierno publique esta lista y luego, al cabo de un año o dos, diga que ya está. Se acabaron las peticiones".

Rudi Ekkart, uno de los mayores expertos mundiales en este tipo de arte, tampoco cree que "la lista vaya a vaciar los museos". "En su opinión, hacia 1933 no había dinero público para comprar arte. En todo caso, afectaría a donaciones privadas hechas a salas públicas que siguen en sus fondos tantos años después.

Resulta comprensible el tacto mostrado por Siebe Weide al abordar las devoluciones. Puesto que las salas de subastas evitan ofrecer obras de procedencia dudosa, los coleccionistas privados han visto frustradas ventas en principio muy lucrativas. En un foro digital abierto en 2008 por el vespertino NRC Handelsblad sobre la obligación moral de los coleccionistas particulares a desprenderse de obras robadas a los judíos (legalmente no están forzados a hacerlo) el debate derivó enseguida en una discusión sobre Israel y los palestinos. "En Israel privan a los palestinos de su tierra sin compensarles a cambio. Así no ayudan a que se comprendan luego estas solicitudes de arte. Yo les diría que pidieran las obras robadas, pero que repararan entonces a los palestinos por lo que les quitan", se podía leer en uno de los comentarios. A lo que otro reponía. "No estaríamos hablando de esto si no se tratara de judíos y de sus posesiones".

Queda, con todo, un extremo espinoso. Nadie en Holanda quiere que estas devoluciones acaben convirtiéndose en un tira y afloja como las dos últimas. Protagonizadas, respectivamente, por los herederos del pintor ruso Kasimir Malevich y del marchante Jacques Goudstikker, que vendía desde Tintoretto a Rembrandt, resultaron penosas. Después de cuatro décadas, los parientes de Malevich recuperaron cinco cuadros del creador del suprematismo, derivación del cubismo. Aunque no se trataba del arte sustraído por los nazis, sí sufrió las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Como el artista tuvo que abandonar Moscú en 1927, el museo Stedelijk, de Ámsterdam, pudo comprar en 1958 su colección a un amigo que la custodiaba a pesar de saber que no era su dueño.

La peripecia de los Goudstikker resultó casi un sarcasmo. El marchante huyó en 1940 con su familia a Estados Unidos, pero murió antes de llegar. Su colección, de unas 800 piezas, fue vendida contra su voluntad a los alemanes y acabó en Holanda tras la contienda. Su viuda empezó a reclamarla en 1952 y recibió una parte. En 2007, su nuera obtuvo 202 cuadros. Menos de un año después, subastó la mayoría "para pagar a sus abogados". Según Siebe Weide, "si todo el mundo colabora, los acuerdos futuros pueden ser mucho más amables".

El museo Stedelijk, de Ámsterdam, compró fraudulentamente <i>Suprematismo místico,</i> del ruso  Kasimir Malevich, en 1958.
El museo Stedelijk, de Ámsterdam, compró fraudulentamente Suprematismo místico, del ruso Kasimir Malevich, en 1958.

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