Conflicto de Gaza
La sinrazón israelí se adueña, otra vez, de la escena internacional. La desunión de las naciones árabes condena, de nuevo, al pueblo palestino al escenario de muerte y destrucción al que estamos tan habituados.
La pantomima de la Unión Europea intenta ocultar, una vez más, la vergüenza de su incapacidad y la cobardía de su obediencia debida a EE UU e Israel, las dos potencias militares que vulneran impunemente desde hace décadas el derecho internacional y las convenciones humanitarias en conflictos bélicos.
Por enésima vez, el sionismo radical impone sus procedimientos -terrorismo de Estado y guerra brutal- con el beneplácito de la comunidad internacional, que avala con su inacción el doble rasero del marco jurídico que las naciones se dieron para solucionar los problemas. Se pone en evidencia, otra vez, la hipocresía de un derecho internacional que se aplica con fuerza a los países débiles y que se invoca tímidamente con los países fuertes. La respuesta israelí a los ataques de Hamás y Hezbolá, siempre tan desmesurada en su crueldad, causa tal vergüenza y asombro que deslegitima la razón y simpatía que recibió el pueblo judío ante su holocausto. Quien ayer fue víctima, hoy es verdugo. Quien ayer tuvo razón, hoy la perdió. ¿Será Obama la enésima esperanza frustrada?- Xavier Muñoz Sánchez. Madrid.
En la entrevista publicada el pasado domingo, el escritor pacifista israelí Abraham B. Yehoshua justifica la agresión israelí contra Gaza considerándola "moralmente correcta", porque "la capacidad de sufrimiento de los palestinos es mucho mayor" y "por eso nuestra respuesta tiene que ser mucho mayor". Si ésa es la opinión de las palomas, qué pensarán hacer los halcones israelíes en Gaza.
¿Dónde está el movimiento de la paz que en 1982 se movilizó para detener el asedio de Beirut y frenar las masacres de palestinos? Por último: ¿para cuándo una entrevista con algún intelectual o escritor palestino. -
Qué grande es el Estado de Israel, que puede comenzar el año preparando sus elecciones generales y mostrar su poderío usando como urnas, para depositar las papeletas de su Estado democrático, las cajas de los muertos de Gaza. Mientras, la comunidad internacional aplaudirá los resultados de unas elecciones limpias, y seguirán luchando "por nuestra seguridad" contra el terrorismo internacional, ocultando que ya son demasiados los civiles víctimas del terrorismo de Estado, mucho más frío, cruel y organizado.— Marta Muñoz Arias. Madrid.
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