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Más riesgo, la misma protección

La Guardia Civil no aumentó la vigilancia en torno a la mujer agredida en Arroyomolinos pese a que su ex pareja se había saltado el alejamiento

El sábado pasado, un día antes de que fuera agredida a martillazos por su ex pareja, Ángel Mula, en su chalé de Arroyomolinos, Paloma D. C. recibió una llamada telefónica de un agente de la Guardia Civil. Le preguntó qué tal estaba y ella contestó que no había tenido ningún problema. Desde noviembre, la mujer recibía este tipo de atención del Instituto Armado, según confirmó ayer un portavoz. Y eso porque, ese mes, un juzgado de Móstoles había condenado a su compañero a diez meses de prisión y le había prohibido acercarse a ella a menos de 500 metros por una agresión cometida en enero pasado.

Desde el inicio del seguimiento, la Guardia Civil calificó a Paloma como una víctima de "riesgo medio". Ello implicaba que los guardias mantenían contacto "habitual": la llamaban para saber si había tenido algún percance con su ex pareja. La mujer carecía de un móvil con sistema de alerta conectado con la teleasistencia para maltratadas.

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Cuando, el pasado 20 de diciembre, su ex compañero quebrantó por primera vez la orden de alejamiento, el nivel de riesgo no se incrementó. Tampoco lo hizo cuando, un día después, un juez de Navalcarnero amplió la orden de alejamiento, impidiendo a Ángel entrar en Arroyomolinos. El nivel de protección -y el de riesgo- se mantuvieron igual. Un portavoz de la Guardia Civil asegura que nadie les informó del quebrantamiento de la orden ni de la ampliación del alejamiento.

Esta fuente añadió que desde noviembre la mujer sólo solicitó la presencia de agentes en su vivienda en una ocasión, porque temía que apareciera su ex pareja, lo que no ocurrió. Aquel día, los agentes la acompañaron hasta su trabajo.

La noche del domingo pasado, Ángel volvió a quebrantar la orden de alejamiento y agredió a Paloma ante la hija de ambos, de 13 años. La mujer permanece con pronóstico grave en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Doce de Octubre. El agresor fue detenido ayer.El penetrante sonido del timbre rompió el silencio a primera hora de la mañana de ayer en una vivienda de Móstoles. Sonaba insistentemente, aunque sólo eran las 5.30. Ángel M. llamaba una y otra vez. Andaba fugado desde la noche del domingo, cuando agredió presuntamente a su ex pareja con un martillo.

"Ábreme, ábreme", gritaba junto a la entrada de la casa. Desesperado, había acudido a refugiarse allí: al domicilio de su primera esposa, de la que se divorció hace 25 años. Pero la mujer y sus hijas no abrieron la puerta. Le dijeron que se marchara y llamaron a la policía. Varios agentes de la Policía Nacional le encontraron sentado en la escalera. Tranquilo. Le detuvieron, acusado de intento de homicidio. El juez ha decretado su ingreso en prisión y sin fianza.

A Ángel, de 60 años, llevaban buscándole más de 30 horas, desde que a las 22.00 del domingo acudió al domicilio de su ex pareja, Paloma D. C., de 44 años, en Arroyomolinos. Allí golpeó a la mujer en la cabeza con un martillo. La dejó inconsciente y huyó.

En el chalé de al lado, Pilar y su marido escucharon un fuerte golpe. Parecía, contaron más tarde, como si alguien o algo hubiese caído por las escaleras. No era la primera vez que escuchaban jaleo en la casa de sus vecinos. Según ellos, las peleas, los gritos y los golpes habían sido la tónica habitual desde hacía alrededor de 14 años, cuando Ángel y Paloma se mudaron allí.

"En un par de ocasiones tuvimos que entrar en su casa a causa de los gritos. Pero de eso hace mucho, la niña sólo tenía unos meses. Paloma pedía socorro y decía que la iban a matar", explicaron Pilar y su esposo nada más conocer la noticia de la agresión sufrida por su vecina. Incluso, reconoce el matrimonio, llegaron a tener miedo de Ángel. Y añaden más: en alguna ocasión, la mujer les llegó a revelar que sufría malos tratos.

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