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Columna
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Badi y los fácticos

Podría ser el nombre de un conjunto pop, el último y exitoso popismo surgido de la cantera donostiarra. Pero aún resulta más adecuada la denominación como marca del año que se va, compendio o suma cifrada de lo que ha dado de sí la añada guipuzcoana en estos tiempos de crisis. No trato de construir una figura de nada, la imagen de una debacle generalizada en territorio gui, aunque no resultaría complicado darle esa aplicación con un par de golpes de fantasía. No; aquí la fiesta de Santo Tomás ha sido un éxito y todos hemos sido muy felices. Y aprovechando que paso por aquí pregunto: ¿por qué se le sigue llamando a esa fiesta de Santo Tomás y no de Don Tomás, nombre más adecuado para el casero comedor de txistorra que el del primer santo positivista de la historia? Pero vayamos a lo que íbamos, para no perdernos, y preguntémonos si se hallaba Badi en la Consti dándole al talo vestido de Olentzero. Todo podría ser, pero la verdad es que no le pega nada, pues Badi, como habrán podido imaginar ya mis amables lectores, no es otro que Iñaki Badiola, el recién cesado presidente de la Real Sociedad. En cuanto a los fácticos del título, ignoro quiénes puedan ser, pero suenan mucho en la Red, y en la pescadería, y en la carnicería, de modo que el cielo donostiarra aparece surcado de fácticos tan brillantes como la materia oscura.

Rebotado, hizo de la necesidad virtud y se convirtió en un demagogo justiciero

Lo luminoso de verdad en el cielo donostiarra ha sido la aparición, apoteosis y desguace de Iñaki Badiola, el cometa del año. En esta ciudad de santoral cruento, y asaeteado, su hégira ha sido como la de un Dionisos, incluido el desfile final de bacantes y de sátiros, al parecer jartos de vino. También Dionisos procedía de Oriente, como nuestro héroe, cuyas chinoiseries fueron recibidas con el mismo júbilo con el que lo son los dólares chinos en Manhattan. Fascinado con el recibimiento, nuestro héroe desplegó sus abanicos de todoacien, un ventilador que, lejos de multiplicar mariposas en el aire, amenazó con levantar las alfombras. El maremágnum posterior es pura confusión, y Dionisos se convirtió en un boxeador noqueado que confundía los palillos chinos con los palillos de la tamborrada. Si hubiera convertido Anoeta en Beijing, como una creación ex novo recubierta de dólares, hoy lo pasearían en carroza, pero se conformó con gobernar una SAD con hocico de sabueso y en mirar para atrás para evitar que se lo comiera el abismo. Ignoró justo eso, que el abismo es de todos, y se empeño en ponerle nombres, sin tener en cuenta que en el mundo del espectáculo lo que es de todos son las dichas y las desdichas, pero no el dinero, y que él había sido recibido para reparar y no para sentenciar, para tapar el agujero y no para descubrirlo.

Pese a todo, el acontecimiento Badiola me parece fascinante. Enjuto y algo hético, casi un príncipe de las tinieblas, ha sacudido la sociedad donostiarra como un meteoro que se estrella. Ha sabido ganarse a una plebe educada en, por y para la demagogia. Y nos la ha mostrado en sus carnes tras manifestarle su naturaleza. Sois la afición, les ha recordado, pero vuestro poder es nulo. ¿Acaso no lo sabía cuando inició su periplo? Sí, pero quemadas las naves, sólo le quedaba ese cartucho, el despecho. Es la pequeña venganza de un Coriolano de provincias. Pues es esto lo que realmente me fascina de Badiola: que nos ha hecho ver lo que ya todo el mundo denomina lo fáctico. Lo que él no supo ver. Era un cuerpo extraño y se comportó como un extraño. Rebotado, hizo de la necesidad virtud y se convirtió en un demagogo justiciero. Si es verdad que podía hacerlo, tendría que haber conquistado, y haber convertido San Sebastián en Beijing. También entonces hubiera topado con lo fáctico, pero lo habría vencido. Ahora sólo deja tras de sí el desorden. Es el personaje del año. Felices Pascuas.

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