Madre Maravillas
El monje Hilari Raguer publicó el pasado día 15 un muy amplio artículo en su periódico, con el título E1 trasfondo de una lápida, donde afirma que "el esperpéntico proyecto de colocar en el edificio de las Cortes una placa en memoria de la madre Maravillas se ha disuelto como azucarillos en agua". Como humilde promotor de tan "esperpéntica" iniciativa, me permito hacer las siguientes precisiones.
1. Como cuestión previa, no deja de ser llamativo que sea un monje católico quien se permita calificar así una decisión claramente respetuosa del hecho religioso y que la Mesa del Congreso de los Diputados adoptó con el voto unánime de todos sus integrantes presentes y pertenecientes a la práctica totalidad del arco parlamentario español -PSOE, PP, CiU, PNV-.
2. El acuerdo ni tenía ni tiene ningún "trasfondo". A veces, don Hilari, le buscamos tres pies al gato cuando sencillamente tiene cuatro. Quiero decir, que mi propuesta y la decisión de la Mesa no tiene otra pretensión si no hacer "normal en el Congreso lo que es normal a nivel de calle": las calles de Madrid y la práctica totalidad de las calles del mundo están llenas de placas que evocan un sencillo hecho histórico biográfico, como el de recordar que entre los muros de un determinado edificio nació, vivió o murió un personaje que por diversas circunstancias alcanzó notoriedad pública.
3. Este hecho, en concreto el de nacer en un edificio hoy dependencia del Congreso de los Diputados, se dio en una persona, María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán, que al convertirse, el año 2003, en santa Maravillas de Jesús, alcanzó notoriedad pública. La Constitución prohíbe expresamente cualquier discriminación por creencias religiosas. Resulta sorprendente por radicalmente inconstitucional, que una mujer cuya relevancia pública se derive directamente de su fe religiosa se la discrimine por este hecho.
4. No es mi pretensión hoy debatir con don Hilari sobre historia de la Iglesia y de la Guerra Civil española, simplemente quiero confiar en que sus estudios sean más solventes que los que se derivan de ese artículo lleno de flagrantes inexactitudes y errores de bulto con relación a la vida de la madre Maravillas.
5. Sólo me permito una reflexión final en voz alta: ¿Cómo se explica el autor que esta monja, según él, tan aislada y tan desobediente al Concilio Vaticano II, sea considerada, en tanto que fundadora, como la santa Teresa de Jesús del siglo XX, como reiteradamente consta en sus procesos de beatificación y canonización, y haya merecido ser considerada santa por la Iglesia católica.
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