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Reportaje:Obras eternas

Barcelona: capital de obras eternas

Los trabajos públicos en infraestructuras alteran durante años las vidas de los vecinos

La ampliación del aeropuerto de Barcelona, que estará lista, con suerte, el año que viene, tenía que haber entrado en funcionamiento en 2004, el mismo año en el que debía haber llegado el AVE a Barcelona (lo hizo en 2007) y a Francia (lo hará en 2012), y habrá que ver si para en la estación de la Sagrera, porque, según explica el propio Consistorio, todo apunta a que el Ministerio de Fomento no tiene el dinero suficiente como para hacer la obra, lo que significaría que la zona estaría en obras no ya hasta 2012, sino hasta media eternidad. Fomento calla y ni siquiera recibe al alcalde, según reconoce el propio Jordi Hereu.

Son grandes obras, pero no las únicas que van camino de la eternidad. Sin ir más lejos, la reforma de la plaza de toros de las Arenas, en Barcelona, empezó en 2003 (tras no pocos años de marear la perdiz con ella) y no estará lista hasta 2009, tras casi siete años de obras. Los mismos que va camino de cumplir la plaza de Lesseps, para no hablar de la línea 9 en diversos puntos, las tareas en Sants o trabajos menos complejos que suponen más de cinco años. Y sin ir demasiado lejos en el tiempo, esta misma semana han empezado los trabajos para renovar el mercado de Sant Antoni, con una duración inicialmente prevista de entre tres y cuatro años, como poco. Para un ciudadano al que le toque la china de una obra que dure entre 5 y 10 años es un calvario: ¿lo tienen en cuenta las administraciones?

Las grandes obras se prolongan durante más de cinco años
La ampliación de la línea 2 en Badalona empezó en 2005 y acabará en 2010
El subsuelo de la ciudad se ha convertido en "terra incógnita"
El entorno de Sants junto a la estación estará entre 10 y 12 años en obras
Los trabajos son molestos, pero el objetivo es "beneficiar al ciudadano"
El punto final de Lesseps, que empezó en 2002, puede ser 2014
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Las tres principales responsables de grandes obras en Barcelona (Ayuntamiento, Generalitat y Ministerio de Fomento) sostienen que tienen muy presente al ciudadano. "Sabemos que las obras suponen molestias y trastornos para el vecindario de las grandes ciudades, pero el objetivo final es servir al ciudadano. Todas son obras que acaban beneficiando al ciudadano", defiende un portavoz del ministerio que dirige Magdalena Álvarez. En el mismo sentido "y sin que sirva de excusa", se manifiesta el director de Infraestructuras del Ayuntamiento de Barcelona, Manuel Valdés. Y no menos contundente se muestra el director general de Transportes de la Generalitat, Manuel Villalante: "Dejar de actuar sería un desastre mucho mayor".

Pero lo cierto es que Barcelona convive hoy con más de una docena de grandes obras, todas ellas con una duración inicial prevista superior a los cinco años que, en ocasiones, se prolongan más y más, lo que, en la vida de una persona, es un montón de tiempo. Más de lo que dura el bachillerato, una carrera universitaria y, a veces, un matrimonio.

El gran problema es el subsuelo, explica Valdés; un subsuelo que se ha convertido en "terra incógnita", para decirlo con la expresión que daban al continente austral los primeros descubridores. "El subsuelo está lleno de sorpresas, servicios que gestionan compañías privadas y que, de pronto, no están donde se suponía que estaban. Se hace una previsión, se trabaja con lo que dicen los planos, cuando los hay, porque algunos servicios muy antiguos se hacían sin plano alguno, y luego se abre el terreno y aparece lo que aparece", señala Manuel Valdés. Y mover estos servicios es "una obra en sí misma, a veces tan compleja como la propia obra que hay que abordar".

Pone un ejemplo: la reforma de las estaciones de Ferrocarrils de la Generalitat de la plaza de Molina, en Barcelona. Allí había un problema de partida: realizar los trabajos bajo dos calles tan concurridas por el tráfico como Balmes y la Via Augusta sin cortar el tráfico ni alterar el servicio de trenes. Para colmo de males, en el subsuelo había una conducción de agua de un metro de diámetro que tampoco podía ser inutilizada sin más y que exigía ser trasladada para llevar los trabajos a buen fin. "¿Mucho tiempo?, sí. Y en el Consistorio lamentamos las molestias que causamos a los ciudadanos, pero ¿cómo se hace si no?".

"Trabajamos con un criterio de prioridades muy claro y la rapidez no es lo principal. La prioridad absoluta es la seguridad, de usuarios y trabajadores, luego se considera la afectación al entorno y el precio, y finalmente, el calendario", explica Villalante. Y añade que las más difíciles son, precisamente, las de microcirugía. Es el caso del intercambiador de Diagonal. Empieza por un ascensor para Provença, pero no puede hacerse en línea recta porque la salida caería en medio de la calzada de Balmes. Hay que ampliar el vestíbulo y éste se conecta con la obra de enlazar Ferrocarrils y las líneas 3 y 5 del metro.

"Hay gente que dice que prefiere estar muy incómodo durante un mes a estar medio incómodo tres meses. Diagonal es un caso claro en el que no hemos actuado así: hemos parado las obras e incluso suprimido ocupación de calle en fechas que lo requerían para el comercio, como ahora mismo en las navidades". Pero el resultado es que esta obra empezó a realizarse a mediados del año 2006 con una fecha final prevista para septiembre de 2008. No terminarán antes de otoño de 2009. Es decir, un año más, como si tal cosa.

Mucho peor es lo que ha ocurrido en la ampliación de la línea 2 entre Pep Ventura y Badalona Centre. Los trabajos empezaron en 2005 y tenían un periodo de ejecución de 26 meses. Están parados porque aparecieron restos arqueológicos. En estos momentos, la fecha previsible de finalización, con suerte, es el año 2010.

Luego hay obras verdaderamente perennes. Es el caso de la zona de Sants, donde coinciden la adaptación a la línea de alta velocidad, la cobertura y mejora de la estación del metro de Mercat Nou y la construcción del cajón de cobertura de vías, sin contar con los previos de desvíos de colectores y otros servicios. Inicio real, año 2000, fecha final prevista, 2010 para Mercat Nou y unos dos años más para los trabajos de urbanización y acabado. Es decir, entre 10 y 12 años de obras bajo las ventanas de los vecinos.

Se trata, coinciden las tres administraciones, de un trabajo que muestra todos los inconvenientes: necesidad de actuar antes en servicios preexistentes e intervención, que no siempre puede solaparse, de tres administraciones diferentes: el AVE depende de Fomento, en el metro realiza las obras la Generalitat y el acabado es municipal.

"Trabajamos con una cartografía muy deficitaria", insiste Villalante. Y pone otro ejemplo: la estación de la línea 5 del metro que se situará entre las ya existentes de Collblanc y Pubilla Cases. Inicio de los trabajos, 2006 (sin contar con la actuación que supuso el desvío del tranvía). Nada más abrir el suelo apareció un colector que no debía estar allí y luego una línea eléctrica cuyo traslado hubiera supuesto un mundo. La solución fue cambiar el proyecto de estación. El final debería haberse producido en 2008, no será antes de 2010.

Las obras municipales sufren de males similares. Es el caso de Lesseps, donde se han solapado los trabajos preparatorios de la estación de la línea 9 y la conexión con la línea 3, más los de urbanización de la superficie. Y luego faltará el túnel, previsto en la última fase de obras de la línea 9. El final de unas obras iniciadas en 2002 puede irse perfectamente a 2014. "Los trabajos de esta obra tenían un calendario imposible de cumplir", aseguró Manuel Villalante, que recordó que ha habido que revisar todos los proyectos.

Que las grandes obras no cumplen los plazos es algo obvio. El aeropuerto no estuvo en 2004 y el AVE llegará a Francia con ocho años de retraso. Fomento precisa que es consciente de ello, pero que sólo puede asumir los trabajos realizados por esta Administración y no los incumplimientos de la época en la que era ministro Francisco Álvarez-Cascos. "Desde 2005 y hasta ahora mismo en los presupuestos de 2009, Fomento ha trabajado para recuperar el tiempo perdido invirtiendo de forma especial en Cataluña", señaló un portavoz del ministerio.

Las obras públicas pinchan y se dilatan, pero las privadas no le van a la zaga. La reforma de las Arenas lo muestra de modo palmario. La plaza se pasó la década de los noventa sin saber a qué atenerse. Los intentos de ampliar allí la Fira quedaron en nada por la presión de un sector de taurinos que veían el derribo del edificio como una atentado contra la memoria de la ciudad. Al final se salvó y empezaron las obras de reconversión. Era el año 2003 y se preveía terminarlas en 2008. Ahora se habla de finales de 2009. Y eso que machaca dos vías de alta densidad de uso: Gran Via y Tarragona, además de la propia plaza de Espanya.

Pero hay obras aparentemente menores que también viven contratiempos. En la línea 3 del metro se adaptan tres estaciones: Les Corts, Tarragona y Passeig de Gràcia. En cada una de ellas los retrasos previstos (y apenas hace unos meses que se han iniciado las obras) se sitúan sobre un año. En Tarragona apareció un colector que no figuraba en los planos; en Les Corts, un problema de servicios y la dificultad de restringir el uso de la Travessera de Les Corts; en Passeig de Gràcia, las obras se solaparán con las que tiene programadas el Adif para adecuar las estaciones de Renfe.

Un caso diferente es la prolongación de la línea 5 de Horta a Vall d'Hebron, radicalmente alterada por el hundimiento que se produjo en El Carmel. Los trabajos estuvieron dos años parados (pero no la afectación del entorno) y se reanudaron en 2007 con la previsión de acabarlos en el último trimestre de 2010.

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