El centro de arte de Barcelona estará en el edificio Imagina
Tresserras dijo ayer en el Parlament que el Santa Mónica es asunto suyo
El nuevo Centro de Arte Contemporáneo de Barcelona, la kunsthalle que tiene que sustituir la labor que hacía hasta ahora el Centro de Arte Santa Mónica (CASM), estará en los bajos y un sótano del edificio Imagina, situado en la Diagonal, muy cerca de la plaza de las Glòries. Los 1.200 metros cuadrados estaban destinados en un principio a plató de cine y televisión, ya que formaban parte del conjunto que el grupo Mediapro, cuyo principal ejecutivo es Jaume Roures, tiene instalado en el mismo edificio. Finalmente, según informó ayer el portavoz del Departamento de Cultura, los rodajes serán artísticos, ya que la Generalitat alquilará esta superficie, que, al estar ya acondicionada, podrá empezar a funcionar como centro de arte de manera rápida. No trascendió el precio de la transacción.
"Nadie de fuera puede decirme si puedo hacer los proyectos del CASM"
En el Centro de Arte Santa Mónica -que se transformará en un espacio de pensamiento dedicado al arte y otras disciplinas que se buscará inteconectar- no habrá concurso y el proyecto se conocerá el 22 de diciembre. "No hace falta concurso porque Vicenç Altaió, que es un trabajador del Departamento de Cultura que ha recibido este encargo, será su director", indicó Tresserras por la mañana durante su comparencencia ante la comisión de cultura del Parlament. "En el nuevo centro de arte, que consorciaremos con el Ayuntamiento de Barcelona, sí habrá un concurso para escoger el proyecto", añadió.
La noticia a última hora de que ya se había encontrado el espacio que ocupará este nuevo centro pareció querer apaciguar la crispada comparecencia de la mañana. Allí Tresserras se quedó casi solo defendiendo su decisión de cambiar el rumbo del CASM, que considera una dependencia de su departamento. Lo que dijo aclaró sus intenciones: "Estoy dispuesto a firmar cualquier documento de buenas prácticas que antes haya podido hablar y comentar. Pero una cosa es la actividad cultural en un espacio público, aunque esté participado por la Generalitat, y otra la actividad que despliega el departamento en su función diaria. Los proyectos del CASM nadie de fuera puede decirme si los puedo hacer o no. Humildad y paciencia puedo tenerla toda, pero no dejaré que mis buenas formas hipotequen nuestra política".
Así, prácticamente, acabó su comparecencia, en la que por primera vez tanto el representante del PSC como, más tímidamente, el de ICV le reprocharon su falta de diálogo con el sector y le propusieron bien que espere a tomar cualquier decisión sobre el CASM a la creación del Consejo de las Artes -cuyos miembros no está claro que puedan elegirse en el próximo pleno-, bien que intente presentar los proyectos de los dos centros al unísono. Sólo Marina Llansana, de ERC, salió en defensa de Tresserras, afirmando que el proyecto del CASM no funcionaba y, además, no tenía público: "De los que estamos aquí, ¿cuántos han ido al CASM en el último año?". El estupor de los parlamentarios fue mayúsculo.
"Un centro de arte dedicado al la creación emergente no se puede valorar en función del número de visitantes", había repetido antes Carme Vidal, de CiU. "Tiene que ser un espacio entre laboratorio y escaparate, y el espacio del CASM era ideal. Lo que realmente quiere hacer ERC es un espacio que haga de contrapeso al CCCB: un CCCC [centro de cultura contemporánea de Cataluña]".
Sólo la UNED pide al Llull clases de catalán
La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) ha sido la única universidad española fuera del ámbito territorial de lengua catalana que ha pedido las ayudas del Institut Ramon Llull (IRL) para ofrecer clases de catalán a sus alumnos. "Hemos lanzado el anzuelo, pero nadie más ha picado", indicó ayer Josep Bargalló, director del Institut Ramon Llull, durante su comparecencia ante la comisión de cultura del Parlament. "Al principio alguien cometió el error de pensar que, siendo universidades españolas, el que tenía que preocuparse de que se enseñara catalán era el Estado, pero el resultado es que nadie lo hacia", indicó. "Nosotros creemos que no, que hay que pagar a los centros españoles igual que se paga a los italianos, franceses o alemanes. Pagaremos igual y, de hecho, preferimos pagar para que se den clases en la Universidad de Sevilla antes que en la de Montreal, pero el problema es que son ellas las que tienen que pedirlo, y no lo hacen".
Bargalló explicó que el Llull dedicó en 2008 unos 2,9 millones de euros al área de lengua, de los que 2,1 se destinaron de manera exclusiva a pagar los cursos y profesores de catalán en 160 universidades en las que lo estudian unos 7.000 alumnos.
El director del IRL también indicó, de forma irónica, que han llegado a un principio de acuerdo con el Instituto Cervantes. "Las relaciones que había hasta ahora no han funcionado y ahora, por fin, estamos los dos de acuerdo en que van mal y en que tenemos que arreglarlo".
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