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Clinton, Gates y Jones ejecutarán la política exterior de Obama

El presidente electo anunciará hoy el trío que tendrá la misión de recuperar la credibilidad de Estados Unidos en el mundo

Antonio Caño

El presidente electo, Barack Obama, anunciará hoy los principales responsables de su política exterior y de seguridad, entre ellos Hillary Clinton como secretaria de Estado, con el propósito de restaurar el buen nombre de Estados Unidos en el mundo e intentar nuevas soluciones frente a la amenaza del terrorismo, que episodios como los recientes sucesos de Bombay se encargan de demostrar que sigue siendo la primera preocupación internacional.

Obama presentará hoy en una conferencia de Prensa en Chicago, junto a Clinton, a Robert Gates, que continuará en su puesto como secretario de Defensa, y al general de cuatro estrellas retirado James Jones como próximo Consejero Nacional de Seguridad, según adelantaron ayer fuentes del equipo de transición.

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Estos nombramientos confirman la preferencia del próximo presidente por colaboradores de gran formación y experiencia, sin tener en cuenta en qué bando político han actuado anteriormente. Clinton fue su rival en las primeras y tanto Gates como Jones han trabajado habitualmente para los republicanos.

Después de los anuncios, la pasada semana, de las personas que estarán al frente de la política económica, las designaciones de hoy dejarán completado el grueso del Gobierno de Obama, que tendrá así más de un mes por delante -la toma de posesión del nuevo presidente será el 20 de enero- para preparar decisiones que puedan ser adoptadas desde el primer día de gestión.

Una de ellas, en materia de política exterior, será la de ordenar la retirada paulatina de las tropas de Irak, tal como Obama había prometido durante la campaña electoral. Resulta muy significativo el hecho de que el próximo presidente encargue esa misión precisamente al hombre que durante los dos últimos años tenía órdenes de George Bush de ganar la guerra.

Obama se ha creado un alto concepto de Gates por la forma, sin duda más exitosa, en que ha dirigido los acontecimientos en Irak desde que llegó al Pentágono, en noviembre de 2006, y ha decidido que es la persona idónea para terminar ahora la misión de la forma menos traumática posible.

Con esto, intenta conseguir que lo que podría ser entendido por los militares como un brusco giro en su trabajo parezca ahora el reajuste de la misión a una nueva realidad. Obama nunca tuvo alta popularidad entre los miembros de las Fuerzas Armadas, que han desconfiado hasta ahora de un nombre joven y sin experiencia militar.

El presidente electo puede conseguir reforzar ese ángulo también con la elección de Jones como su Consejero de Seguridad. Jones es un gigantón con la apariencia de John Wayne pero con el refinamiento de un aristócrata francés, idioma que domina por haber vivido en París de niño. Jones fue el responsable de la OTAN durante la guerra de Kosovo y mantiene un gran cartel a ese lado del Atlántico, donde Estados Unidos necesita aceleradamente reforzar lazos y reconstruir alianzas para actuar de forma más coordinada y contundente en Afganistán.

Obama se confesó hace tiempo admirador del trabajo de Jones, admiración que comparten en Washington numerosos personajes al tanto de la faceta política y de pensador de este militar que cada día recorre en bicicleta los 10 kilómetros que separan su casa en Virginia de su oficina en el Distrito de Columbia.

Su proximidad física al presidente -el Consejo Nacional de Seguridad está instalado en la Casa Blanca y duplica prácticamente todas las dependencias del Departamento de Estado- puede representar un motivo de fricción con Hillary Clinton, sin duda la apuesta más audaz y arriesgada de lo que hasta ahora se conoce de este Gabinete.

Hillary Clinton es una política profesional que ha demostrado saber estar a la altura de lo que la ocasión requiere y es muy posible, por tanto, que los temores sobre conflictos de liderazgo con Obama sean infundados. Cabe dentro de lo posible que Clinton haya aceptado ya a estas alturas que Obama es el presidente y ella está a sus órdenes. Se trata, en todo caso, de un riesgo que el presidente electo ha decidido correr antes que dejar a una figura de ese relieve en un puesto marginal en el Senado. Eso habla tanto de la seguridad de Obama en sí mismo como de su capacidad de reconocer los valores del adversario y de sumarlos a su causa.

El peligro del exceso de personalismo no ha sido el único problema que Clinton ha tenido que sortear antes de convertirse en el principal miembro de la próxima Administración. El mayor problema ha sido el que representa su marido, Bill Clinton, y su actual dedicación a la recaudación de dinero para sí mismo y para causas humanitarias. El año pasado el ex presidente ganó más de 10 millones de dólares (15,7 millones de euros) en discursos.

Para resolver ese obstáculo, Bill Clinton ha llegado a un acuerdo con el equipo de Obama por el que, según detallaba ayer el periódico The New York Times, se compromete a hacer públicos los nombres de 200.000 donantes a su fundación. El ex presidente se había negado a hacerlo hasta ahora, pero se sabe que, entre esos donantes, están gran parte de las familias reales árabes y de diversos magnates de Europa del Este. También ha aceptado tener un papel marginal en su fundación, suspender los actos de la Clinton Global Initiative en el extranjero y someter sus discursos a control del Departamento de Estado y de la Casa Blanca.

Barack Obama y Hillary Clinton, en su primer mitin conjunto de la campaña presidencial el pasado junio en Unity (New Hampshire).
Barack Obama y Hillary Clinton, en su primer mitin conjunto de la campaña presidencial el pasado junio en Unity (New Hampshire).AFP

El fichaje de tres veteranos

- Hillary Clinton. La apuesta de Barack Obama por la senadora de Nueva York para la Secretaría de Estado cierra las heridas abiertas entre ambos en las primarias y confirma la intención del presidente electo de sumar a sólidas figuras a su Gobierno. Nacida en Chicago en 1947, Clinton fue elegida dos veces entre los 100 abogados más influyentes de Estados Unidos antes de ser primera dama y senadora.

- Robert Gates. Obama mantiene en la Secretaría de Defensa a este republicano nacido en Kansas en 1943. Licenciado en Historia Europea y ex director de la CIA, Gates fue nombrado hace dos años, tras la dimisión de su controvertido antecesor, Donald Rumsfeld, promotor de la invasión de Irak.

- James Jones. Fue comandante supremo de la OTAN en Europa entre 2003 y 2006, año en el que pasó a la reserva. El nuevo consejero nacional de Seguridad ha servido también en Japón, Oriente Próximo e Irak, y es amigo íntimo del republicano John McCain.

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