Un triángulo inscrito en pleno corazón de Bilbao

Ernesto del Río (Bilbao, 1954), director desde el año 2000 del Zinebi, el Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, elige para su tiempo libre el corazón de la villa. "Me gusta el paisaje en el que ha intervenido la mano del hombre y de la mujer", apunta, como excusando su poca afición por enfrentarse a la naturaleza. Es un urbanita confeso que no se conforma con disfrutar con el entorno que le rodea, sino que busca relaciones con otras ciudades que le resultan complementarias. "Paseo por Bilbao y recuerdo otros lugares, otros edificios y otras calles que forman decorados donde viven las personas, que son lo que realmente cuenta, y los comparo".

Es un juego constante para formar parejas entre espacios urbanos: Bilbao con Madrid, Miami con La Habana, Montevideo con Buenos Aires. Razones no le faltan para emparejar las dos ciudades entre las que reparte su vida. "Madrid es la ciudad donde más bilbaínos viven después de Bilbao", argumenta.

El director del Zinebi añora el carácter portuario del Bilbao de su infancia

Bilbaíno de Deusto, añora el carácter portuario que veía en la ciudad de su infancia y ya sólo encuentra en sus recuerdos. En sus paseos por el borde de la Ría, recorriendo la orilla de Abandoibarra sin prisas, ahora entre jardines y esculturas, Del Río imagina que el camino hacia el mar se extiende sin barreras desde el Teatro Arriaga hasta El Abra. Y entonces no puede evitar acordase del aire seco de Madrid, del contraste entre la ciudad de interior y un mar que siente cercano en su villa natal.

El Bilbao de Del Río es pequeño. Forma un triángulo que se apoya en Indautxu, Abando y el Casco Viejo. Por los bares de Abando (el Monty, el Singular) va a la búsqueda de pinchos acompañados de buenos vinos, dispuesto a descubrir las novedades que llegan de Argentina o Chile.

En Indautxu, su gusto por los martinis le encamina al Estoril. Y al otro lado de la Ría, en el Casco Viejo, repite desde hace años las visitas al Gatz o el Xukela. Después de un recorrido por barras tan selectas, se puede saltar la comida, pero si la ruta le lleva a la mesa de un restaurante, elige el Monterrey, un clásico en plena Gran Vía, a medio camino de sus recorridos habituales por el centro de la capital vizcaína.

Las tardes del sábado el director de Zinebi encuentra refugio en la Cinemateca del Museo de Bellas Artes de Bilbao. "Es una sala acogedora, al lado del parque, con un público variopinto que disfruta con películas de los años cincuenta o sesenta difíciles de ver en pantalla grande", indica. Y a buen precio: la entrada sólo cuesta tres euros.

Del Río no dedica mucha atención a la vida nocturna de la ciudad en que reside. La música en directo la encuentra en la Bilbaina Jazz Club, donde las noches de los jueves asiste a los conciertos un puñado de buenos aficionados en un ambiente tranquilo, que permite tomar una copa y hasta una cena ligera.

Y sin salir de los límites de su triángulo imaginario entre Indautxu, Abando y el Casco Viejo, porque el recuerdo de los años juveniles le vuelve a llevar de vez en cuando hasta los bares de copas de las Siete Calles. "Pasamos allí tantas horas con 20 y 30 años que me han dejado huella. Son parte de mi generación", asegura.

Su juego de parejas de ciudades sigue en marcha, a la caza de complementarios para el centro de Bilbao. "El itinerario continuaría por Madrid, por el barrio de Lavapiés, con su imagen multirracial, y con la oferta cultural que siempre encuentras en La Casa Encendida y en el Matadero", concluye.