En el país de las Maravillas
Leandro Erlich propone un seductor juego de espejos en el Reina Sofía
Sus juegos de espejos hacen que el visitante se sienta tan excitado y confundido como si paseara con Alicia por el País de las Maravillas. Los niños pueden gritar de emoción como si estuvieran ante la gran novedad de un parque de atracciones. La instalación que Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973) ha creado para el Reina Sofía de Madrid puede ser esto y mucho más.
La torre, que así se llama la obra, está empotrada en el patio de Jean Nouvel. Muy blanca por fuera, en contraste con el rojo sangre que predomina en la explanada, parece una casita de cuento. Son 11 metros de alto por dos de ancho. Al juego propuesto por Erlich se juega mirando desde arriba o desde abajo, y para que el espectáculo funcione es imprescindible que alguien se preste a entrar en la torre. Su dispositivo de espejos hace que los mirones contemplen al visitante en todas las formas posibles: flotando, caminando a paso de astronauta, boca abajo o levitando. Si no se quiere multiplicar el espectáculo, mejor no llevar falda. Y si se padece de vértigo, mejor no entrar en la torre.
La aventura es fascinante, pero, ¿qué tiene que ver con el arte? Manuel Borja-Villell, director del Reina Sofía, explica que "el límite entre un espectáculo de feria y el arte está en la capacidad que tiene el artista de hacernos cuestionar nuestras propias categorías y la realidad que nos rodea". "Erlich combina como nadie la ironía y la burla con la creatividad", añade Borja-Villell. "Su obra es teatral, con muchos elementos figurativos y nada de abstracción. Es una auténtica pieza pop en el sentido literal del término".
Tan satisfecho está el director del museo con el resultado de la instalación, que en lugar de los dos meses previstos va a permanecer expuesta más tiempo, aunque ayer no sabía exactamente hasta cuándo.
Leandro Erlich está considerado como uno de los artistas más importantes de su generación. Su obra forma parte de los principales museos de todo el mundo y ha podido ser contemplada en las bienales de Estambul (2001), Venecia (2001 y 2005) y Liverpool (2006). El artista argentino juega siempre con espacios cotidianos en los que, aparentemente, no sucede nada extraordinario: pasillos, ascensores, escaleras... "Me interesa mucho jugar con la arquitectura y que el espectador forme parte de lo que contempla", explicaba ayer delante de su instalación, encantado con las primeras reacciones de los visitantes.
Con su torre, Erlich ha querido seducir e involucrar al espectador. "Es una forma optimista de advertir que nada es lo que parece, que la realidad está camuflada", explica el artista.
Reconoce que el encargo del Reina Sofía es su proyecto más ambicioso. "Ha sido una oportunidad para contar cómo el arte puede cuestionar la realidad, pero también he querido mostrar el modo en que el arte puede modificar esa realidad. En esta pieza están las arterias de los edificios, es un vaso comunicante entre la gente que se acerca a la obra. Quiero, ante todo, ilusionar y seducir al público y creo que aquí se van a encontrar con una suerte de historia que es el resumen de muchas historias".
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