La UE sólo limita el control extranjero en transporte de energía
La 'cláusula Gazprom' debe ser aún ratificada por el Parlamento europeo
La Unión Europea quiere limitar el control de las inversiones extranjeras en el sector de la energía a las redes de transporte. En este sentido, el Consejo de Energía de la Unión del pasado 10 de octubre acordó la llamada cláusula Gazprom. La cláusula establece que el "control de las redes por parte de compañías de terceros países, debe asegurar, de forma no proteccionista, que las compañías afectadas cumplen con las mismas leyes que se aplican a las empresas europeas".
Se trata de aplicar el principio de reciprocidad, que significa que si una empresa extranjera quiere tomar una participación en una red energética europea debe permitir que las compañías europeas puedan a su vez comprar también sus redes de transporte. El objetivo de esta cláusula es garantizar la seguridad del suministro. Este acuerdo del Consejo está pendiente todavía de su ratificación por parte del Parlamento Europeo.
La guerra de Georgia paró la negociación del nuevo marco de relaciones con Rusia
El comisario europeo para los Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, precisó ayer sus declaraciones del jueves en las que no se opuso a la entrada de la petrolera privada en Repsol, siempre que se den "condiciones de reciprocidad" y "condiciones financieras o estratégicas que se puedan aceptar". Almunia señaló que la petrolera rusa debe recibir un "trato de igualdad", del mismo modo que los inversores españoles deben ser tratados en otros países. "Es lógico que haya trato de igualdad para unos inversores y otros", "también para los inversores españoles cuando van a otros países".
El portavoz de Energía, Ferrán Tarradellas, manifestó ayer que, "en este momento" la Comisión no ve "problemas de seguridad de suministro en Repsol, aunque se está "estudiando atentamente el caso". En cualquier caso precisó que "la cláusula se aplica a las redes de transporte de energía y no a las empresas que producen o venden energía".
De todas maneras, en la posible compra de Repsol por parte de Lukoil puede ser perceptiva la autorización de la Comisión Europea, si la operación supone el control de la compañía adquirida, (mayoría de capital o del consejo) dado que el volumen de negocio conjunto de ambas empresas en el mundo supera los 5.000 millones de euros.
Las relaciones entre la Unión Europea y Rusia están configuradas en el marco del Acuerdo de Asociación y Cooperación (AAC), que entró en vigor en 1997 y se complementó en 2005 con cuatro espacios comunes (economía; libertad, seguridad y justicia; seguridad exterior e inversión educación y cultura). La UE y Rusia quieren sustituir este acuerdo por otro más ambicioso que refleje la creciente interdependencia entre Rusia y la UE sobre todo en energía y economía. Las negociaciones se "aplazaron" el pasado verano a raíz de la guerra de Georgia pero a mediados de noviembre la UE acordó su reanudación. La primera reunión está prevista para el 2 de diciembre.
Las relaciones de comercio e inversión entre la UE y Rusia son sustanciales y crecientes y forman parte del interés mutuo su mantenimiento. Rusia es el tercer socio comercial más importante de la UE con unos intercambios que crecen a un ritmo del 20% anual. Por una parte la dependencia energética europea de Rusia es significativa (23% del consumo de gas; 24% de petróleo; 12% de carbón y 35% de uranio enriquecido).
A su vez, la Unión es el mayor inversor extranjero de Rusia, hasta el punto de que la inversión acumulada representa el 80% del total. Sin embargo, en el caso del gas la dependencia ha descendido sustancialmente desde los años 80.
Las importaciones de Rusia han pasado del 80% al 40% actualmente, según un estudio del European Council on Foreigns Relations.
Sin duda, la interdependencia en el campo de la energía (importancia del suministro para Europa y relevancia de los ingresos para la economía rusa) son el núcleo central de las relaciones entre ambos socios. Estas relaciones serían mucho más claras y fluidas para ambas partes si Rusia hubiera ratificado la Carta de la Energía que firmó en 1994.
La Carta de la energía garantiza un marco claro y fiable para las inversiones recíprocas y permite el uso de las respectivas redes de transporte entre los países firmantes.
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