La presidenta historiadora
Esperanza Aguirre es muy observadora. Se ha dado cuenta de que el PSOE es un partido centenario y, claro, tiene una larga historia. Tan singular descubrimiento ha llevado a la presidenta de la Comunidad de Madrid a denunciar
que en sus sedes haya retratos de los líderes históricos socialistas, de Pablo Iglesias a Largo Caballero, Julián Besteiro o Indalecio Prieto. Asustada, la pobre, de que semejantes criminales aún tengan un hueco en algunas paredes, nos ha recordado que fueron los socialistas, aquéllos, éstos y los próximos, se supone, quienes mataron a Calvo Sotelo. Siguiendo la estela de los deplorables cesaresvidales, píosmoas y otros falsificadores, ha tenido la osadía de repetir la patraña de que fueron ellos quienes provocaron la Guerra Civil, y no los golpistas Franco, Mola o Queipo de Llano.
En el PP no tienen retratos de gente tan malencarada como aquella, que formaron Gobiernos elegidos por los votos de los ciudadanos. Ca. Allá no los necesitan. Para qué, si tienen en persona al presidente fundador del partido, que puede empapelar las paredes de Génova con sus retratos junto a Franco, de cuando una y otra vez fue ministro con el dictador.
Y si en la transición todos perdimos la memoria, y se ha llamado don Manuel a Fraga Iribarne, y así va aseguir,afortunadamente, no parece oportuno que nadie del PP dé a ningún partido lecciones de historia de
la democracia.
Porque entonces tendremos que recordar a la presidenta historiadora, de vista avezada pero memoria frágil, que ahí donde hoy asienta ella sus reales, el dirigente comunista Julián Grimau fue defenestrado por la policía franquista
en 1963, antes de ser fusilado. Esposado y golpeado, alguien le tiró por una ventana de la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, sede de la actual presidencia de la Comunidad de Madrid. Y el encargado de inventarse un surrealista salto voluntario para justificar cómo se rompió la cabeza y las dos muñecas aquel famoso detenido fue, cosas de la vida, el actual presidente fundador de los populares, don Manuel Fraga Iribarne.
Lo dicho, todo olvidado. Pero callen, por favor, quienes tanto y tanto tienenpara callar.
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