Bolonia, sí; 'boloña', no
El proceso de cambio en las universidades iniciado con los acuerdos de Bolonia en 1999 tiene el objetivo de unificar criterios para facilitar el intercambio de estudiantes y titulados universitarios en la Unión Europea. Debería ser efectivo antes de que acabe 2010. Los objetivos del "plan de Bolonia", como se conoce en el ámbito académico, son muy loables y todo aquel que piense, como la mayoría de los europeos, que vale la pena apostar por una Europa fuerte y unida, debería reconocer el interés del plan.
En nuestro país se quiere aprovechar este cambio para hacer una reforma mucho más profunda. Se pretende desmontar por completo la Universidad para convertirla en una guardería de adultos en la que retener a la mayor cantidad posible de ciudadanos entre los 18 y 25 años. De paso, se trata de formarles como buenos -sumisos- empleados de las grandes empresas. El conocimiento ya no interesa. El esfuerzo para crear y transmitir nuevo conocimiento, tampoco.
Microsoft, Google y la Wikipedia ya han resuelto el problema. Ahora todo consiste en aprender a usar tecnologías ajenas y saberlas emplear para realizar buenos cut and paste (refritos del conocimiento ajeno).
Esta interpretación del plan de Bolonia tiene muy poco que ver con lo acordado en Bolonia. Es una versión española que, para distinguirla, podríamos llamar "plan de boloña" (con minúscula y con eñe), como, por cierto, ya lo hace alguna universidad prestigiosa en sus páginas web oficiales.
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