El gusto por lo básico

Tal vez alrededor de novecientas personas en una sala madrileña con capacidad para albergar justo el doble no sea lo que podría considerarse un paradigma de éxito masivo. Pero este dato numérico es irrelevante ante la calidad desplegada sobre el escenario por este inglés de alma americana y casi sesenta años de edad. Tras manifestar su sincero placer por tocar en España, donde se le adora desde hace más de veinte años, Lowe atacó primero cuatro piezas con el único respaldo de su sabia guitarra acústica, dando paso después a un combo de músicos con los que realizó una especie de ejercicio de salón, un resumen a tiempo calmo de todas sus influencias musicales, tanto en solitario como junto a los efímeros Rockpile. Sin forzar la máquina y cantando como los mismísimos ángeles, Nick Lowe evidenció ese tremendo gusto por lo básico que le caracteriza, resaltando la belleza de composiciones que marcaron época, como la comercial Cruel to be Kind, la festiva I knew the bride (when she used to rock'n'roll) o la romántica Rome.

Inalterable incluso tras haber cascado una cuerda, Lowe ofreció uno de los conciertos más bellos vistos y escuchados en los últimos tiempos en la capital; una de esas citas en las que, excepto la pura música, todo lo demás es prescindible.