_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Corre, conejo, corre

Para que las empresas tengan otro ámbito en el que competir, ya que en el ámbito puramente empresarial las cosas no marchan bien, se organizó el domingo pasado en el centro de Madrid la X Carrera de las Empresas. Por la módica cantidad de 15 euros, los trabajadores madrileños, debidamente documentados por el departamento de recursos humanos de sus respectivas firmas, pudieron gozar de una espléndida mañana otoñal pateando el sufrido asfalto de la urbe. La certificación del departamento de recursos humanos era imprescindible para impedir que se colara en esta lúdica celebración del empleo cualquier parado sin oficio ni beneficio y por lo tanto sin derecho a celebrar esta fiesta pedestre del trabajo asalariado y escaso.

Para paliar la subida de las tarifas eléctricas, la bicicleta podría producir electricidad doméstica

La idea no es precisamente original. En los años treinta del pasado siglo, Wenceslao Fernández Flórez, fino y cáustico humorista gallego, ironizaba en El malvado Carabel sobre una prueba parecida: el responsable de una oficina madrileña, atraído por los recién cantados beneficios del sport sobre la salud, organizaba, en día festivo por supuesto, una carrera al aire libre para iniciar a sus empleados en el deporte y en la vida sana, competición que el jefe seguía a bordo de su automóvil animando a sus desfallecientes pupilos con sus arengas. En la segunda versión cinematográfica de la novela -hubo una primera versión de Edgar Neville-, Fernando Fernán-Gómez, director y protagonista del filme, echaba los bofes, campo a través, antes de pasarse al lado oscuro de La Fuerza para convertirse en el aprendiz de malvado más patético de la cinematografía hispana. No sé si en la carrera del domingo participaron los jefes, al menos los de recursos humanos, jaleando desde los coches de seguimiento y tomando notas sobre la forma física de los corredores con destino a sus expedientes. No sé si habría gratificaciones extra para los destacados y sanciones para los rezagados y los abandonistas. Desconozco también si entre el público asistente se hallaban los compañeros de la oficina o del taller, para dar ánimos a sus colegas, o para ponerles la zancadilla y quitárselos de encima, así de mal están las cosas en el mercado laboral. Aunque no asistí en directo a la prueba (los domingos tengo muchísimas más cosas que no hacer), quiero expresar mi admiración por los esforzados atletas que defendieron los colores de sus respectivas empresas con la misma enconada bravura que defenderán sus puestos de trabajo llegados al caso. Sólo una advertencia: vayan preparándose para la maratón. La X Carrera de Empresas que se efectuaba sobre un recorrido de unos cinco kilómetros ha sido sólo un entrenamiento. Será en la próxima maratón empresarial donde realmente tendrán que demostrar su buen estado de forma, su fondo físico y su capacidad de sufrimiento, valores que les permitirán afrontar en condiciones las jornadas de 65 horas que algunos capitalistas salvajes proponen para superar una crisis que no se ha producido precisamente por falta de productividad de los trabajadores, sino por falta de escrúpulos de los empresarios que cambiaron la producción por la especulación.

En Madrid se corre mucho, sobre todo los domingos. Al mismo tiempo que se celebraba la carrera empresarial, en otro circuito urbano, 5.000 ciclistas, bajo el lema de "Disfruta y muévete sólo con tu energía", pedaleaban felices, promocionaban el uso de la bicicleta y al mismo tiempo luchaban contra la droga y la obesidad. Se supone que este tipo de demostraciones influyen muchísimo sobre el ánimo de los toxicómanos empedernidos y de los obesos sin remisión, que ante el espectáculo de tanta solidaridad y comprensión abandonan sus malos hábitos y se reconvierten en ciclistas, esperemos que no profesionales pues podría ser peor el remedio que la enfermedad. Por los 60 euros que costaba la inscripción los participantes se llevaban a casa el equipo completo, casco incluido y la bicicleta para disfrutar y moverse con su propia energía. Para paliar la inminente subida de las tarifas eléctricas la bicicleta podría reciclarse y producir electricidad doméstica a pedales para ver la televisión o freírse un huevo.

El día anterior a la carrera laboral y la demostración ciclista, 5.000 moteros tomaron también la Castellana para protestar por la previsible subida de sus impuestos y por la falta de seguridad vial. El portavoz de Lucha Motera denunció que "intentan hacer desaparecer a las motos, que son vehículos más ecológicos". El mensaje no se escuchó muy bien por el rugido de los tubos de escape y porque los moteros ecológicos y legales no se quitaron el casco.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_