Agentes activos

Ante representantes de parlamentos regionales europeos, el lehendakari dijo el otro día que desea que el pueblo vasco no sea un simple "espectador pasivo" de la construcción europea, sino "uno de los agentes que mueva Europa". Dejando a un lado las objeciones terminológicas -a la noción de pueblo le prefiero sin duda la de sociedad o ciudadanías vascas-, podría estar de acuerdo con esas palabras de Ibarretxe si su sentido fuera, como parece a simple vista, que hay que defender y alentar siempre la realidad de una ciudadanía que no sea simple espectadora sino que se involucre activa y críticamente en la vida pública, que esté atenta a su discurrir. Y que para ello hay que facilitarles a esos ciudadanos los medios necesarios para que se (in)formen debidamente y actúen en consecuencia.

Vivimos sumidos en un permanente estado de sub-debate y de sub-información

La pregunta es entonces si a lo dicho por el lehendakari se le puede dar ese sentido. Y la experiencia nos indica que no. Que en Euskadi lo que parece, sobre todo cuando se expresa en titulares políticos, casi nunca es lo que es. En fin, que el lehendakari tiene que estar hablando de otra cosa, dado que sus gobiernos no se han caracterizado precisamente por contribuir a la constitución de una ciudadanía activa y crítica; puntual y abundantemente informada de los asuntos públicos. Por el contrario, en Euskadi vivimos sumidos en un permanente estado de sub-debate y de sub-información: de anuncios a palo seco, de afirmaciones sin argumentación o sustento; de declaraciones oficiales, difundidas por nuestros medios de comunicación públicos en forma de puré; esto es, preparadas para que el ciudadano se las trague sin más, sin masticar.

Si alguien consulta -por poner sólo un ejemplo elocuente- en la página web del Gobierno vasco, el espacio dedicado al tren de alta velocidad se encontrará con una serie de afirmaciones categóricas: "La Y vasca reducirá en un 50% la duración de los viajes locales, estatales e internacionales; en un 70% las emisiones contaminantes; o en un 50% el número total de viajeros que se desplazan hoy por carretera". Pero no se nos da ninguna de las informaciones elementales que nos permitirían hacer nuestros propios cálculos, cimentar nuestro propio análisis. No se nos recuerda, por ejemplo, cuántos pasajeros y vehículos circulan hoy en esos recorridos, ni cuántos se prevé que lo hagan en el futuro. No se nos proporcionan datos que además de básicos son los únicos que pueden sustentar las rotundas afirmaciones anteriores: cuántos trenes de alta velocidad van a circular cada día; con qué capacidad de pasajeros y vehículos cada vez. Qué tiempo real no medio van a durar los viajes; cuál va a ser el precio final de los billetes... Informaciones éstas que nos permitirían dejar de ser simples "espectadores pasivos" de esa fundamental construcción.

El nacionalismo gobernante nos tiene acostumbrados a constantes comparecencias públicas en las que exige más autogobierno, más y nuevas formas de competencias. No estaría mal que destinara al menos una parte de esas intervenciones a explicarle a la ciudadanía vasca, con datos, argumentos contrastados y lujo de detalles, qué hace con las competencias esenciales que ya tiene encomendadas, con las que gestiona desde hace treinta años. Cosa de que los vascos nos volvamos, en serio y no sólo de título, agentes activos de nuestra propia realidad.